'Entrevías' y otras series españolas que ver en Netflix aunque no sean de Netflix

Óscar Rus

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24/05/2022
Actualizado a las 08:55h.

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'Entrevías' llegó el viernes 20 a Netflix España y desde entonces ha sido la serie más popular a nivel nacional en la plataforma. No es la primera vez que un título que no es producido por Netflix logra colarse entre lo más visto de la plataforma. 'La casa de papel' es la serie más famosa (le sigue 'Toy Boy'), pero hay otras igual de recomendables. O más.

El primer episodio de 'Entrevías' , a pesar de la duración (casi 80 minutos), es una impecable carta de presentación, tanto del protagonista ( Jose Coronado haciendo de Clint Eastwood) como de una premisa tan familiar como efectiva: a un exmilitar, que regenta una ferretería en su barrio de toda la vida, le endosan a su nieta adolescente, adoptada y pija (Nona Sobo), que no para de meterse en problemas y dar por saco. El conflicto está servido, aunque quien tenga el suficiente olfato sabrá que llegarán a buen puerto, que la sangre no llegará al río.

A la serie producida por Mediaset España ('Vivir sin permiso', también en Netflix ) se le puede atribuir varios 'delitos' menores y ninguno es el de estigmatizar el extrarradio madrileño : el ritmo baja, las tramas se atascan y algunas interpretaciones sonrojan. A Coronado, a estas alturas, se le perdona la flojera, y ya está Luis Zahera para animar el cotarro; su dinámica de 'poli bueno, poli malo' junto a Itziar Atienza es lo mejor junto a la Gladys de Laura Ramos, un mujerón al que la vida no para de darle palos. La historia de amor 'imposible' entre dos adolescentes no molesta. 'Entrevías' podría ser mucho más políticamente incorrecta y sobre todo ser más atrevida, pero la primera temporada, de ocho capítulos, es muy entretenida.

Itziar Atienza, antes de 'Entrevías', también fue policía en 'Mentiras' , correcta adaptación española del thriller británico 'Liar' (2017), que tampoco era para tirar cohetes más allá de una premisa incendiaria. Aquí, Atienza forma pareja policial con Paco Tous, que también hace de poli bueno; el caso que intentan desenredar es la posible violación durante una primera cita por parte de un cirujano respetable y padre viudo (Javier Rey, siempre 'ready') a una profesora soltera (Ángela Cremonte), que bien podría ser la titular de 'Que la detengan', de David Civera. Mentirosa, malvada y peligrosa. El plural del título español no engaña, pues miente hasta el apuntador. Hay cuernos, sí. Y un embarazo adolescente.

Atresmedia adaptó los primeros seis episodios sin ninguna modificación drástica (mayor sutileza en lo panfletario: 'No es no'), por lo que el cambio de marchas se produce a la misma altura de la primera temporada. Es durante el ecuador cuando el espectador descubre qué pasó realmente la noche de autos, o sea, quién miente de los dos. Está bien no alargar si hubo o no hubo violación, pero justo ahí se desinfla el suflé, pues ya no hay misterio. El malo o mala es malísimo o malísima. Pero no disparen a los guionistas españoles. La culpa es de los ingleses.

No hay ningún 'pero' en lo técnico (la acción se trasladó a Islas Baleares), ni tampoco en las interpretaciones (sale Susi Sánchez), aunque siempre cojan al mismo para hacer de lobo con piel de cordero. El tenso, violento y ambiguo desenlace de la versión española es el mismo que el de la británica, por lo que quien quiera saber cómo continúa la historia, la original tiene una segunda temporada, disponible en HBO Max España , donde también está 'Podría destruirte' , ejemplo de que sí se puede hablar de temas polémicos como la violencia sexual y el consentimiento sin caer en lo dogmático. ¿Es 'Mentiras' un ejemplo de la corrección política de la ficción actual? Cada espectador tendrá su opinión.

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Quizás sea el 'thriller' más sólido que ha producido Atresmedia durante los últimos años. Su carta de presentación es impecable, sobre todo por el giro de guion con el que remata. Mejor no adelantar los acontecimientos, así que ajustémonos a la premisa: un pobre diablo (Daniel Grao, que hizo el 'casting' para 'HIT' durante el rodaje de 'Perdida' en Bogotá) cruza el charco, con un plan a la altura de 'Prison Break', para dar con el secuestrador de su hija.

No esperen la típica serie sobre una niña (o adolescente) desaparecida con una trama policiaca (que la hay… más o menos) y otra trama familiar (que la hay… más o menos); la carcelaria es la menos potente. La primera 'robaescenas' es Adriana Paz , recién salida de otra cárcel (la de 'Vis a vis'), como una abogada sin pelos en la lengua y entre dos aguas (ojo a su afición a la natación). La segunda es Ana María Orozco ('Yo soy Betty, la fea') con un personaje 'telenovelero' del que mejor no revelar nada. 'Perdida' nunca da un respiro a los personajes (los secundarios acaban siendo protagonistas), ni a los espectadores, quizás aturullados con tantas escenas que duran un suspiro y una constante banda sonora a cargo de Julio de la Rosa.

Es muy entretenido y satisfactorio ver, a lo largo de 11 episodios (cifra rara), cómo los guionistas van encajando las diferentes tramas y cómo absolutamente todos los personajes, los 'buenos' y los 'malos', tienen su calado, su pasado y sus porqués. A ' Perdida' se le puede recriminar cierto 'culebroneo' (aquí también hay varias historias de amor imposible), pero está tan bien ensamblada que se le perdona.

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