‘La chica de nieve’, más drama que thriller en el nuevo fenómeno español

Milena Smit protagoniza la serie de Netflix, que adapta el éxito editorial del escritor Javier Castillo

Milena Smit protagoniza 'La chica de nieve' Netflix
Lucía M. Cabanelas

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No le hace falta a ‘La chica de nieve’ retorcer el género para conseguir su objetivo. La desaparición de una niña durante la Cabalgata de Reyes, una agresión sexual, una investigación policial y periodística... ninguno de los temas sobre los que orbita la adaptación de Netflix del fenómeno editorial escrito por Javier Castillo es novedoso y, sin embargo, logra enganchar, continuando la buena tradición del thriller en España en los últimos años. Los giros ayudan y también la buena utilización de los ‘flashbacks’ –hay tres líneas temporales–, pero es el drama, su forma de apelar a las emociones más puras, lo que mantiene en vilo al espectador de la serie, que se estrenó ayer en la plataforma de ‘streaming’ y que cambia el Nueva York del libro, que ha vendido más de dos millones de ejemplares, por la Málaga natal de Castillo.

En este tema el mérito es del escritor malagueño, que en la novela homónima quiso profundizar en ese terror visceral que cualquier padre puede sentir cuando un hijo le suelta la mano. «El miedo es una fuente muy buena de inspiración, sobre todo porque te hace enfrentarte a preguntas que no quieres, a cosas que no quieres vivir ni experimentar», explica a ABC Castillo, para quien el ‘leitmotiv’ de la historia era «cómo se aborda la culpa en un caso de una desaparición infantil».

No son las únicas emociones primarias a las que apela ‘La chica de nieve’ . Milena Smit , que interpreta a una becaria del ‘Diario Sur’ que se obsesiona con la desaparición de la pequeña, encarna el dolor, que arrastra desde una violación múltiple que sufrió en el pasado, algo que ya es también tendencia en las ficciones españolas (‘Alba’, ‘Parot’...). «El rodaje fue muy intenso para mí. Me gusta construir los personajes desde el mayor apego, por eso me iba a casa con mucho peso (...) Poder transmitir al espectador todo eso significa vivirlo, y eso al final te marca. Es un poco masoca, pero me gusta convivir con el personaje», admite la actriz. Una intensidad que traslada a casi cada plano de los seis episodios. «Milena es un enigma. Tiene una incógnita dentro que es acojonante. Es lo mejor que nos puede pasar como directores, tener a alguien a quien no descifras», desveló durante el rodaje uno de sus directores, David Ulloa.

Lo imposible de resolver hasta el penúltimo capítulo es el misterio, que se desvela de la nada después de desarrollar las otras tramas. Tan abrupta y repentina es la explicación que necesita un capítulo entero, casi un apéndice, en un anexo anticlimático. Aún así, Javier Castillo lo defiende: «Creo que a la gente le va a fascinar, sobre todo cómo está construido todo. Es como un engranaje en el que cuando llegas al capítulo cinco te sorprende muchísimo y casi empatizas con la gente que tiene a Amaya».

Del papel a la pantalla

Antes de que la cadencia de la serie se vea interrumpida por la resolución del caso, ‘La chica de nieve’ mantiene el ritmo, estimulada por el buen uso del ‘cliffhanger’. Ayudan la fotografía y la puesta en escena, aunque en el tránsito del papel a la pantalla –por o a pesar de las licencias– la historia pierde profundidad, sobre todo en personajes secundarios como el periodista de Jose Coronado o la policía de Aixa Villagrán , meros satélites de la verdadera protagonista, que no es la niña ni sus sufridores padres sino la traumatizada Miren de Smit.

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