«Mindhunter»

El asesino «BTK»: el peligroso depredador sexual que se escondió tras una perfecta vida familiar

Dennis L. Rader mató a diez personas entre 1974 y 1991 bajo el dogma: «Atarlos, Torturarlos, Matarlos» (BTK, las siglas en inglés que se convirtieron en su sello)

Dennis L. Rader, en una imagen de archivo ABC

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«Me cuesta controlarme. Cuando este monstruo entra en mi cerebro, no sé. Quizá ustedes puedan pararle. Yo no puedo. Él ya ha escogido a su próxima víctima». Dennis L. Rader , más conocido como el asesino en serie BTK, escribió estas palabras a la cadena local Channel 10 en uno de sus tantos intentos por llamar la atención de los medios de comunicación, una que ha recibido gracias a la nueva temporada de «Mindhunter» (Netflix) . Durante una treintena de años, el que parecía ser un hombre ejemplar sembró el pánico en Wichita, Kansas. Entre los años 1974 y 1991 mató a diez personas. Su propia mujer sentía pánico al regresar sola a casa después de un largo día de trabajo. Ni ella ni ninguno de sus dos hijos se imaginaron que el demonio que atormentó su ciudad se escondía en su propia casa.

En otoño de 1974 cometió su primer asesinato. Según informó el entonces corresponsal de este periódico Alfonso Armada, los cuatro miembros de la familia Otero (Joseph, de 38 años, ex oficial de la Fuerza Aérea; su mujer, Julie, de 34, empleada; y dos de sus hijos, Josephine, de 11, y Joseph, de 9) fueron estrangulados lentamente con cordones de una persiana veneciana en pleno día. Todos aparecieron atados de pies y manos. Fue la única vez en que Dennis L. Rader mató a dos varones. El resto de los diez asesinatos que se le atribuyen fueron mujeres de entre 21 y 62 años.

El primer contacto directo que estableció con la Policía llegó apenas nueve meses después de su primer crimen, cuando descubrió que tenía retenido a un hombre que se había confesado autor de los homicidios. Para desmentirlo, el asesino en serie llamó a un periodista del Wichita Eagle para que acudiera a la Biblioteca Pública principal de la ciudad y buscara un libro titulado «Applied Engineering Mechanics». En él, había una carta con detalles que solo el asesino podía conocer y se bautizaba a sí mismo: «Las palabras clave para mí serán… Atarlos, Torturarlos, Matarlos» (BTK, las siglas en inglés que se convirtieron en su sello).

Mientras Rader seguía matando, evadiendo a la policía y provocando a los medios y a las autoridades con todo tipo de pistas, llevaba una vida familiar tranquila en Wichita junto a su esposa, Paula, a quien conocía desde el instituto, y sus dos hijos, Kerri y Brian. Había tenido una vida corriente en un entorno familiar estable. Era un niño tranquilo, aunque sus profesores recordaban que tenía un lado inquietante. «Cuando estaba en la escuela primaria tuve algunos problemas. Fantasías sexuales, sobre todo. Probablemente más de lo normal. Todos los hombres probablemente pasan por algún tipo de fantasía sexual, supongo. El mío fue probablemente un poco más raro que otras personas», explicó en una entrevista en «Oxygent» .

Pero recondujo su vida. Pasó cuatro años en la Fuerza Aérea. A su regreso, se empleó en la empresa de montaje Coleman (como dos de las asesinadas) y trabajó en una compañíade seguridad que se vio beneficiada por la ola de terror y finalmente como probo funcionario. Entre 1973 y 1979 se hizo con una maestría en la Universidad Estatal de Wichita. Su título: justicia criminal. Además, dirigía el Cub Scout de su hijo y era presidente del Consejo de su Iglesia Luterana.

Consiguió ocultarse entre la normalidad , pero su ego le hizo cometer un error. En enero de 2005, The Wichita Eagle publicó un artículo recordando las tres décadas transcurridas desde la matanza de los Otero y sugiriendo que tal vez BTK estaba encarcelado o muerto. Esta información enfureció al asesino, quien no dudó en enviar otra tanda de misivas. Lo que no se imaginaba es que con esas cartas proporcionaría a la Policía material suficiente para que le arrestaran. Richard LaMunyon, jefe de la Policía de Wichita cuando empezó la persecución de BTK , admitió al Times que siempre pensaron que el asesino era un vecino, «e incluso un miembro activo de la comunidad. Pero nunca imaginé que sería alguien tan conocido y con una vida tan pública: líder religioso y de los "boy scouts"».

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