Crítica del final

'La casa de papel': el taquillazo español definitivo remonta con su última y mejor parte en Netflix

Los 26 episodios adicionales no han conseguido superar a los 15 originales de Antena 3

Qué queda por contar de 'La casa de papel': habrá adaptación surcoreana en 2022 y precuela española en 2023

Álvaro Morte, en el segundo volumen de la quinta parte de 'La casa de papel' Netflix
Óscar Rus

Óscar Rus

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«Soy un ladrón, hijo de ladrón, hermano de ladrón y espero algún día ser padre de ladrón. Nadie puede renunciar a su naturaleza, Tamayo»

«No me diga que no encaja con la tradición española. ¿Qué otro país podría tener una reserva nacional de latón y seguir funcionando como una de las principales economías del mundo? La picaresca española. 'El Lazarillo de Tormes' no lo escribieron los ingleses, ¿a que no?»

¡Spoilers!

Y 'La casa de papel' acabó otra vez cuatro años después . Este segundo y mayúsculo final en Netflix, a diferencia del primero y mejor en Antena 3, lo hizo con todos los honores; el más gráfico son esos créditos finales 'marvelitas' que se acuerdan de las últimas en caer (Nairobi, Tokio) y los últimos en fichar (Logroño, Pamplona). Faltó la escena poscréditos. Fue en ese instante, y no durante los setenta minutos que dura el último episodio, cuando entró la morriña: El Profesor ( Álvaro Morte ) disfrazado de payaso en un hospital para matar al subinspector Ángel ( Fernando Soto ), sabedor de su identidad; la rebelde Tokio ( Úrsula Corberó ) castigada por Berlín ( Pedro Alonso ), expulsada del paraíso y detenida por la policía; Raquel Murillo ( Itziar Ituño ) recogiéndose el pelo con un lápiz para negociar; Denver ( Jaime Lorente ) riéndose sobre un colchón de billetes… Hasta el Moscú de Paco Tous , que pasaba por ahí, tuvo más gancho que la Manila de Belén Cuesta . Estos 26 episodios adicionales de 'La casa de papel' , divididos en tres partes, no han logrado crear personajes ni escenas tan icónicos como los 15 originales.

Un relato fantástico pero estirado

Exigir, en tiempo de descuento, verosimilitud al estirado relato es, como dice El Profesor al coronel Tamayo ( Fernando Cayo ), no haber entendido nada. 'La casa de papel ' fue siempre una fantasía, una ilusión, y termina como tal: con sus protagonistas –salvos y ricos– por las nubes. La narración de Tokio, ahora desde los cielos, lo aclaró: «Lo que nadie podía imaginar cuando empezó esta historia es que íbamos a salir escoltados y escondidos por un grupo militar de élite, de que llegábamos a nuestra nueva vida sin que nadie supiera la verdad. Una vida nueva, libre, y hasta las trancas de oro. Para que nunca más ninguno de la banda tuviera que andar robando bancos».

Debatir sobre la necesidad o no de alargar un relato vivo es fútil. La televisión es arte y negocio sobre la marcha. Y toda serie, en su artificiosidad, tiene una lógica interna y otra exterior. En la secuela de 'La casa de papel' , la interna era liberar al informático Río ( Miguel Herrán ), detenido y torturado por culpa de la fiestera Tokio. Atracarían el Banco de España para esta vez no imprimir dinero, sino llevarse el oro. Y de paso pedir un rescate. Ninguna objeción: Tokio, temperamental hasta el tuétano, había sido la culpable de casi todos los reveses del primer atraco a la Casa de la Moneda. Y Río estaba enamorado hasta las trancas, así que la seguiría hasta el fin del mundo, aunque dejase rastro.

La justificación externa era que la serie española, tras saltar al catálogo mundial de Netflix, se había convertido en un fenómeno. ¡Ganó un Emmy ! Y, por muy antisistemas que fueran sus 'robinhoods' protagonistas, había que exprimir la gallina de los huevos de oro. Resulta curioso que en este segundo desenlace, los ladrones entren al sistema. Son el peor secreto mejor guardado del Estado.

Que los personajes, en plena tormenta, hablaran de sus sentimientos fue siempre marca de la casa. Si los americanos lo hacen, ¿por qué nosotros no?

A 'La casa de papel' , más allá del gusto por el melodrama y el impacto, nunca le interesó el trasfondo del asunto, empezando por el político y terminando por el moral: ¿quiénes son los malos de la película? Esto era entretenimiento. Su creador, Álex Pina , tenía razón: esta quinta parte, de diez episodios divididos en dos volúmenes, ha sido la más compacta. Se agradece que, tras un primer volumen solemne, se recupere cierto humor en el segundo, que empieza con una lluvia de meteoritos, ¡un 'flashback' de hace 4.000 millones años!

Sin embargo, ha sido frustrante como los guionistas han pasado de puntillas por temas más jugosos como el de la culpa o el estrés postraumático: Tokio es culpable de la detención de Río; Río es culpable de la muerte de Tokio. O el de la adicción de Estocolmo ( Esther Acebo ) a los tranquilizantes. O el equilibrio de poder entre El Profesor y Lisboa; aquel «Te gané la partida, Raquel» fue su mejor discusión. Ella, llena de contradicciones, perdió toda enjundia como personaje al pasarse por amor al otro bando.

Escuece igualmente el olvido y la misericordia de los personajes y los guionistas: el pérfido Palermo ( Rodrigo de la Serna ), otro sublevado, se fue inmaculado. Los nuevos rehenes acabaron siendo figurantes. Sorprende para bien el desenlace de algunas tramas, la mayoría románticas; en concreto la de Manila, que necesita un solo beso para darse cuenta de que Denver, su amor de juventud, era un capricho. Que los personajes, en plena tormenta, hablaran de sus sentimientos fue siempre marca de la casa. Si los americanos lo hacen, ¿por qué nosotros no? Otro cantar es el exceso de triángulos e incluso cuartetos amorosos.

La villanía de la policía Alicia Sierra (Najwa Nimri), que al principio rozaba la caricatura, se fue apagando con el transcurrir de las temporadas

Esta quinta parte de 'La casa de papel' ha servido para, además de testar y lanzar el 'spin off' con Berlín, desenmascarar a su mago protagonista, El Profesor. Lisboa se lo dice en el último capítulo: «Tú esto no lo haces ni por tu padre ni por tu hermano; lo haces por ti». El héroe de 'La casa de papel ', siempre con un as bajo la manga, es egoísta. Roba porque se lo pide el cuerpo. Y punto.

La villanía de la policía Alicia Sierra ( Najwa Nimri ), que al principio rozaba la caricatura, se fue apagando con el transcurrir de las temporadas; fue en la cuarta cuando el espectador descubre que, embarazadísima, acaba de enviudar. Aunque despojada de toda tensión sexual, su dinámica de gato y ratón con El Profesor en estos 26 episodios ha sido similar a la de él con Lisboa en los 15 capítulos originales. Ocurrió lo mismo con las desavenencias de Nairobi ( Alba Flores ) con Palermo, el nuevo Berlín.

Najwa Nimri, en el segundo volumen de la quinta parte de 'La casa de papel' Netflix

Sorprende que Alicia Sierra, aunque vendida por los suyos, acabe abrazada a El Profesor. Rescatar a Arturito ( Enrique Arce ) en el presente y a Berlín en el pasado ha sido un lastre, y no porque sean los personajes más detestables de la serie (comparten algo: son violadores). En general, los 'flashbacks' han servido de poco excepto para dar un respiro al espectador. La mayoría, aunque vistosos, pecaban de previsibles como el momento en que Berlín descubre que su hijo ( Patrick Criado ) le ha robado la novia ( Diana Gómez ). Se salvan los últimos 'flashbacks' de Tokio con Nairobi y El Profesor. «Me he dado cuenta de que eres nuestro héroe (...) Eres nuestra fe», le dice Tokio a El Profesor antes del segundo atraco.

La cuarta parte de 'La casa de papel', con la tregua entre polis y cacos, la detención e interrogatorio de Lisboa y la agonía de Nairobi, fue extenuante

En definitiva, 'La casa de papel 2' ha sido un refinamiento de 'La casa de papel 1' ; más en dirección que en guion. No hay ningún reproche en lo visual (esa lluvia a lo 'Blade Runner' con Palermo y Sagasta hablando de lo humano y lo divino), pero sí en lo musical: ¿por qué elegir canciones famosas que ya sonaron en otras series?

'La casa de papel 2' ha tenido tramos notables (el terror fascista de Gandía, el sacrificio de Río), pero 26 episodios han sido muchísimos para contar un atraco que, como el anterior, se podría haber resuelto en 15. De todos modos, el doble episodio que inaugura la etapa de Netflix es glorioso (un envite insuperable) y esta quinta y última parte ha sido la mejor producida por la plataforma. La cuarta , con la tregua entre polis y cacos, la detención e interrogatorio de Lisboa y la agonía de Nairobi, fue extenuante.

Toda buena serie tiene una mala temporada y 'La casa de papel' , en 41 episodios, ha demostrado ser el taquillazo español definitivo.

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