La casa de papel 3

Crítica de la tercera temporada de «La casa de papel»: Asalto a golpe de billete... nunca mejor dicho

Renovada por una cuarta entrega antes del estreno de la tercera, la exitosa serie de Atresmedia, Vancouver Media y Netflix trata de mantener el nivel con un presupuesto a la altura y que va más allá de la ya célebre lluvia de billetes

Fotograma de la tercera temporada de «La casa de papel» NETFLIX

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[¡Atención! ¡Este texto contiene «spoilers» de temporadas anteriores de «La casa de papel»!]

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Al que firma esto, observador, meticuloso y acérrimo del valor de las casualidades, el destino y las paradojas, no deja de resultarle curioso que la tercera temporada de «La casa de papel» haya llegado a Netflix apenas unos días antes de que se estrene en Estados Unidos «Érase una vez en Hollywood», la última película del célebre director Quentin Tarantino (y que no llegará a España hasta mediados de agosto). En especial, porque la aclamada serie de Álex Pina, que triunfa en todo el mundo al tiempo que ondea la bandera de Netflix, está inspirada en «Reservoir Dogs», el que fue el primer largometraje y trampolín al éxito de un cineasta destinado a estar en el Olimpo del cine.

La brillante historia que escondía «Reservoir Dogs» sirvió a «Q.T.» para convertirse en referente del cine de culto. Algo en lo que ayudó, no obstante, la brillante puesta en escena que hicieron intérpretes más que consagrados entonces como Harvey Keitel, Tim Roth, Steve Buscemi, Michael Madsen, Lawrence Tierney y Chris Penn, que con sus nombres en clave de colores empujaron al director en su camino a la gloria. Con «La casa de papel» ha sucedido algo similar, aunque en este caso ha sido el «punch» de la serie a nivel global el que ha llevado a sus protagonistas a codearse con la élite internacional. Hoy, Úrsula Corberó, Álvaro Morte, Alba Flores, Jaime Lorente, Esther Acebo, Pedro Alonso, Itziar Ituño y compañía, aunque con apodos de ciudades del mundo (Tokio, Denver, Nairobi, Berlín, Estocolmo...) son ídolos en todo el planeta gracias a Netflix, que el pasado viernes estrenó en exclusiva la tercera entrega de la ficción, en la que el grupo de ladrones efectúa un nuevo golpe a gran escala: en esta ocasión, al Banco de España.

La influencia de Netflix, en especial a nivel de presupuesto, se nota desde el inicio de la temporada

Y eso que, en un principio, «La casa de papel» fue concebida para tener dos únicas tandas de capítulos y un final cerrado . Pero su «boom» a escala mundial, cuando Netflix la incorporó a su catálogo, obligó a la serie a cambiar su hoja de ruta. La plataforma se hizo con sus derechos y en su tercera temporada, en la que la influencia del gigante audiovisual se aprecia desde el inicio. No hay más que ver las localizaciones en las que tienen lugar las primeras secuencias de esta nueva entrega de episodios. El idílico archipiélago de Guna Yala en Panamá, los paradisiacos paisajes de Tailandia, el encanto de los parajes de Florencia... y todo con la temporada apenas arrancando. El «subidón» en lo que a presupuesto se refiere es más que evidente, y no solo por la lluvia de billetes que cae sobre Madrid en el segundo episodio de la temporada.

A partir de ahí, con la duración de sus episodios adaptada a los cánones europeos (no más de 50 minutos) y la conciencia de que era muy difícil mantener el nivel, la ficción de Atresmedia, Vancouver Media y Netflix trata de reinventarse, no perder frescura y evitar salirse de la línea de puntos. Lo consigue, aunque con algunas vacilaciones, en un proceso en el que ayudan los nuevos refuerzos de la serie . Incorporaciones de quilates, que evidencian la trascendencia que «La casa de papel» ha alcanzado a nivel internacional. Ocurre, por ejemplo, con el fichaje de Rodrigo de la Serna , ídolo en Argentina y que en España ya triunfó como ratero a las órdenes de Daniel Calparsoro en «Cien años de perdón».

El intérprete da vida a Martín, un concienzudo ladrón que se suma a la banda y cuyo nombre en clave es Palermo. Algo que no es casualidad, pues no hay que olvidar que Martín Palermo es uno de los mejores futbolistas argentinos de las últimas décadas. Un homenaje de la ficción al país latinoamericano y al propio exdelantero... que ha promocionado la tercera entrega de capítulos en su país, con un anuncio que él mismo protagoniza. Lo mismo sucede con el fichaje sorpresa de Belén Cuesta, otra de las actrices de moda de Netflix y protagonista de «Paquita Salas». La intérprete toma así parte del juego de sinergias de la compañía , en el que también participan Miguel Herrán o Jaime Lorente, principales de «La casa de papel» y también de «Élite», otra de las series españolas que brillan en la plataforma.

Pero además, la tercera temporada de la serie es, en sí misma, un tributo al éxito internacional que ha tenido la ficción, como así lo prueban varias imágenes a lo largo de la temporada. El mayor ejemplo de ello se puede ver en una escena en la que El Profesor (el personaje de Álvaro Morte) muestra al resto de la «banda» la incidencia que tuvo en todo el planeta el asalto que realizaron en la primera temporada a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Una secuencia en la que aparecen imágenes reales derivadas de «La casa de papel» (tifos en estadios de fútbol, concentraciones en las que los manifestantes van «disfrazados» como los ladrones del grupo...) y que El Profesor utiliza para convencer a los suyos para perpetrar su nuevo asalto, al tiempo que rinde tributo al éxito de la serie a nivel internacional. Un auténtico golpe maestro... al más puro estilo Tarantino.

El tributo de la serie a Berlín, el personaje de Pedro Alonso, es a todas luces «fan service», pero confiere aún más identidad a la banda

Con la serie renovada por una cuarta temporada antes de que viese la luz la tercera, la acción, emoción, caos y giros de guion (aunque con mucho más dinero) siguen siendo factores principales de una ficción destinada a brillar con luz propia. Y repleta de autorreferencias y homenajes, como el que la propia serie le hace a Berlín, el personaje de Pedro Alonso , que –sin entrar en «spoilers»– a su manera también protagoniza esta nueva tanda. Un movimiento a todas luces «fan service», pero que confiere todavía más identidad a una banda de rateros que todavía se guarda en la recámara su próximo gran golpe. Aunque para ello, antes deberán despejar varias incógnitas.

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