Todos están muertos

Viendo a Lupe encerrada en casa, en bata y zapatillas, nadie diría que en la década de 1980 fue una estrella del rock. La agorafobia no le permite salir de casa y depende totalmente de su madre.

La primera película como realizadora de la debutante Beatriz Sanchis fue toda una declaración de intenciones. Y es que se puso al frente de este provocador drama absorvente con toques de realismo mágico, que habla de la vida y la muerte, mezclando diversas tradiciones culturales. Presenta una poco sana historia de amor y desamor entre dos hermanos que fueron estrellas de la música: ella está viva y no sale de su hogar y él es un fantasma.

La cinta, que a pesar de su temática, se muestra dulce y delicada, se nutre de la gran interpretación de Elena Anaya ("La piel que habito"), quien optó al Goya, a los premios Feroz y a los Fotogramas de Plata a la mejor actriz por su papel en la que nos ocupa.