Manos peligrosas

Skip McCoy, un delincuente de poca monta neoyorquino, le roba la cartera en el metro a una joven llamada Candy. Cuando llega a casa, descubre para su sorpresa que se ha apoderado de un valioso microfilm con una fórmula química secreta. Esta posesión lo convertirá en el objetivo tanto del FBI como de una organización de espionaje comunista.

Una de las películas más convecionales de Sam Fuller (almenos, superficialmente) y, quizás por ello, uno de sus mayores éxitos comerciales. Con todo, Fuller retrató a un héroe en las antípodas del patriota americano. Si el personaje que interpreta Richard Widmark acaba poniéndose de parte de la ley, lo hace por amor y amistad, y no porque, tal como él mismo dice en un momento de la acción, "agiten la bandera ante mi cara".

La cinta se rodó enteramente en la ciudad de Nueva York, retratando sus sombrías calles, sus sucios callejones, sus mugrientas estaciones de metro y sus sórdidos muelles, utilizando para ello planos muy largos y un fluido y móbil trabajo de cámara. La última escena, en la que Skip propina una brutal paliza a otro personaje en el metro es una de las escenas más violentas que se recuerdan en el cine americano de los 50.