El orden cómico

Mientras un político, en plena campaña electoral, habla por la televisión y promete que si llega al poder acabará con la delincuencia, un joven le desvalija la casa. Antes de irse de allí, el ladrón se prepara un pico. Cuando el político y su joven esposa llegan a la casa, descubren el cadáver del joven, que resulta ser el único hijo del primer matrimonio del candidato. Su mujer se niega a ser cómplice de sus deseos: esconder el cadáver hasta después de las elecciones. Entonces, el político logra colocarlo en casa de Odette, una vecina que tiene montado un burdel de lujo.

Vodevil de enredos cuya falta de pretensiones se erige como su mayor virtud. En su tercio final, cuando el protagonismo abandona a Jesús Puente y se vuelve coral, asoma incluso la influencia de Luis García Berlanga y se ofrece una caricatura del golpismo español de un salvajismo inusitado. Con todo, hoy se la recuerda, sobretodo, por haber significado el debut en la pantalla de una entonces jovencísima Maribel Verdú.