La noche que los Oscar se olvidaron del inglés
La victoria de «Parásitos» es la culminación de una progresiva apertura de la Academia al cine en otros idiomas
Dicen los futbolistas que se entienden con sus compañeros extranjeros en el campo porque hablan «el idioma del fútbol», y al cine siempre se le supuso un lenguaje propio, universal, el de la imagen en movimiento para contar una historia, que no entendería fronteras. El «mundial» del séptimo arte que cada año se celebra en un teatro de Los Ángeles, sin embargo, ha sido un Babel donde no se entiende –y apenas se premia– lo que no sea en inglés. Hasta la noche del domingo. Tras 92 ediciones de los premios de la Academia de Hollywood, una película surcoreana rompió ese techo de cristal .
«Parásitos», de Bong Joon-ho, lo hizo estallar de forma sorprendente. No solo porque lo tenía muy difícil –«1917», «El irlandés», «Érase una vez en Hollywood» estaban entre los competidores–, sino porque además en el transcurso de la gala fue cosechando premios Oscar que lo hacían menos probable para quienes sacan la calculadora. Primero, el de mejor guión original. Después, el que estaba en todas las quinielas, el de película extranjera, que acabó con el sueño de «Dolor y gloria», de Pedro Almodóvar . Más tarde, el delirio con el tercer premio, el de mejor director para Bong. «Si le han dado el de director, es porque no se lleva el de mejor película» , decían con lógica los especuladores.
Pero en el clímax de la gala, con Jane Fonda de oficiante, el Oscar a la mejor película fue también para «Parásitos» , la primera no rodada en inglés. Un «oh» de asombro llenó la gala y el escenario se llenó de surcoreanos tan felices como desconcertados.
Ese Oscar es, sin embargo, la culminación, quizá abrupta, de una progresiva apertura de la Academia al cine que no es en inglés. Solo diez películas que no son en el idioma de Shakespeare han conseguido la nominación a la mejor película. La mitad de las veces ha ocurrido en las dos últimas décadas y en medio de una presencia cada vez más habitual de directores no anglosajones «oscarizados», como Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro o Ang Lee.
Los nuevos tiempos se han notado también en la presencia española. Además de la nominación de «Dolor y gloria», Antonio Banderas optaba al premio al mejor actor por la película de Almodóvar y «Klaus» al de mejor película de animación. Se fueron de vacío ante grandes rivales: Joaquín Phoenix y «Toy Story 4». Pero también estuvieron Penélope Cruz, que se quedó esta vez sin gritar «Pedrooo» al entregar el segundo Oscar a Bong, y la cantante Gisella, que interpretó parte de la canción de ‘Frozen 2’ sobre el escenario.
Es difícil saber si la victoria de «Parásitos» tiene que ver con un énfasis de la Academia en abrir más su membresía al extranjero . En el último año, invitó a 842 profesionales de 59 países de la industria del cine a formar parte de sus filas.
El esfuerzo se enmarca dentro de las exigencias de diversidad a la Academia desde que en los años 2015 y 2016 no hubiera ningún actor negro o de ninguna otra minoría entre los nominados. Muchos lo relacionaban con un cuerpo de académicos dominado por hombres blancos mayores, inclinados a premiar historias que se parecen a ellos. Un 92% de los miembros eran blancos y un 75%, hombres . La Academia se propuso duplicar el porcentaje de minorías y lo ha conseguido, además de elevar el porcentaje de mujeres al 32% y rebajar la media de edad hasta los 50 años.
Pese a todo, Cynthia Erivo ha sido la única actriz no blanca en llevarse una nominación ( el premio fue para Renée Zellweger ) este año. Uno de los presentadores de la gala, Steve Martin, recordó que en la primera edición de los ‘Oscar’ no había negros entre los nominados, y que, 92 años después, había uno. “Gran crecimiento”; bromeó, en una gala donde se repitieron las exigencias de mayor diversidad racial y de género. Todo pareció paradójico cuando ‘Parásitos’, una producción 100% asiática, se llevó el premio grande.
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