Brian Cullinan
Brian Cullinan - EFE
Premios Oscar 2017

Brian Cullinan, el villano que convirtió la gala de los Oscar en un sainete

PwC «asume la total responsabilidad por la serie de errores de los protocolos establecidos durante la noche de los premios»

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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Lo ocurrido en los Oscar puede terminar con la relación más estable que se conoce en Hollywood: la de la Academia de las Artes y los auditores de PricewarterhouseCoopers. "Sinceramente, deseamos disculparnos con "Moonlight" y "La La Land", Warren Beatty, Faye Dunaway y la audiencia de los Oscar por el error que cometimos durante el anuncio del premio a la mejor película. Los presentadores recibieron el sobre equivocado, un error solventado rápidamente", explicó la compañía en un comunicado.

Sin embargo, una portada del periódico "New York Post" ha revelado que el encargado de entregar el sobre y socio de la firma, Brian Cullinan, estaba tuiteando y tomando fotos a Emma Stone, desde el escenario, en el mismo momento en que debía entregar el sobre a Warren Beatty. ¿Provocó su distracción la debacle de los Oscar? La Academia y PricewarterhouseCoopers (PwC) han abierto una investigación en la que está en juego su relación de más de ochenta años.

Tuits borrados

Dos minutos necesitó la compañera de Culligan, Martha Ruiz, para darse cuenta del error de su socio en la firma. Ella era la otra responsable de PwC sobre el escenario. Fue ella quien avisó al director de escena y éste quien arrebató el sobre de las manos del productor de "La La Land". Ruiz conocía de memoria la lista de premiados y adivinó, desde el primer momento, lo que había ocurrido. En la segunda nota emitida por PwC dicen que no corrigieron su falta con la rapidez que hubiera sido necesaria. "Una vez que ocurrió el error no mantuvieron los protocolos establecidos ni el señor Cullinan ni su compañera en el escenario". Se desconoce por qué la empresa culpa también a Ruiz, aunque los tuits, ya borrados, de Cullinan, parecen muy evidentes.

Según el "New Yorker", lo sucedido en el Dolby Theater al final de la ceremonia fue un auténtico desliz freudiano, que expresaba una realidad alternativa a la intención consciente de los académicos, y existía un deseo de ver ganar a "La La Land". En cualquier caso, quien tiene claro lo que ocurrió durante la ceremonia es el presidente Donald Trump. "La izquierda siempre juega la carta de la raza cuando está perdiendo", dijo en la cadena Fox en una entrevista. Y comentó a la plataforma digital Breibart News: "Se concentraron tanto en temas políticos que perdieron su sitio. He estado en los Oscar. Era algo muy especial que ha desaparecido, y ese final fue muy triste".

La resaca de la 89 ceremonia de los Oscar no termina de pasar. Muchos en Hollywood afirman que tardarán un tiempo en recuperarse de lo ocurrido. Mientras tanto, estudian la audiencia de la ceremonia, que ha dejado cifras para helar la sangre a los productores y a la cadena encargada de emitir el evento. Un total de 32,9 millones de telespectadores siguieron el domingo la gala de entrega de los Oscar de la Academia de Hollywood, cifra que supone un descenso superior al millón con respecto al año anterior y la audiencia más baja desde 2008. Así lo pone de manifiesto "The New York Times", según datos facilitados por Nielsen, que muestran que la cifra de seguimiento de la gala de los Oscar 2017 –emitida por la cadena ABC y conducida por Jimmy Kimmel– es la segunda más baja desde que la compañía iniciara las mediciones de la audiencia en 1974.

La Academia sufrió la ceremonia más caótica de su historia, con el triste resultado de una audiencia que va encogiéndose año tras año. Este es el tercer año consecutivo en que la audiencia de los Oscar desciende y, lo que es peor, la caída de esta edición ha sido la más significativa. Muchos se preguntan si es cierto que las elites liberales de Hollywood han perdido la conexión con el público de Donald Trump, al que desesperadamente busca para venderle sus productos.

Con un precio de 75 millones de dólares por ceremonia, la cadena ABC apostó por Jimmy Kimmel como anfitrión, aunque no fue culpa del presentador que la gala se alargara durante cuatro horas –la más larga de la historia–, ni que los seguidores de Trump boicotearan la fiesta de los Oscar. Hay varias teorías que explican la falta de interés de la audiencia. El año pasado, la controversia alrededor de #OscarsSoWhite, un movimiento social sobre la falta de diversidad de los nominados, provocó que los espectadores se alejaran de los discursos sociales, y este año la idea de una noche política contra Donald Trump alejó a sus seguidores.

¿Calidad o espectáculo?

En realidad, los datos de audiencia están marcados por la popularidad de las películas nominadas y "Moonlight", que ganó finalmente como mejor filme, fue vista en Chicago, Los Ángeles, Nueva York y San Francisco, pero ignorada en el resto del país. La noche de los Oscar, según Nielsen, la ceremonia solo consiguió la atención de cuatro ciudades en Estados Unidos: Chicago, Los Ángeles, Nueva York y San Francisco. Tal vez, la desconexión política que existe en el país entre las cuatro grandes ciudades norteamericanas palpita también a nivel intelectual. Dicen los ordenadores que miden este tipo de datos que Hollywood debería dejar de premiar filmes como "Moonlight" o "La La Land", y votar por "Batman vs. Superman" o "Múltiple" para despertar la atención de los telespectadores. Está en juego la calidad frente al espectáculo.

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