'Una veterinaria en la Borgoña': amor por el mundo rural en una comedia a la francesa

La debutante Julie Manoukian escribe y dirige una apacible historia sobre el contraste entre el campo y la ciudad

Noémie Schmidt protagoniza 'Una veterinaria en la Borgoña'

F. Muñoz

El genio de Alfred Hitchcock, que tiene tan buenos aforismos como películas, decía eso de que no hay que rodar nunca con niños ni con animales; pero la debutante Julie Manoukian parece llevarle la contra con 'Una veterinaria en la Borgoña' , una apacible comedia en la que los animales se encargan de robar los planos y una encantadora niña se lleva el corazón del espectador.

La cinta recoge a Alexandra nada más licenciarse cum laude en una prestigiosa universidad. Ella es una recién graduada brillante que planea triunfar en el mundo de la ciencia mientras disfruta de su vida en un pequeño apartamento de ciudad. Mientras, en el corazón de la Borgoña, Nico, el último veterinario de la zona, lucha por salvar a sus pacientes, a su clínica y a su encantadora hija pequeña. Las vidas de ambos se cruzan cuando Michel, padrino de Alexandra y mentor de Nico, les reúne con una treta. El problema es que Alexandra no quiere regresar al que fuera su pueblo de la infancia ni por todo el oro del mundo.

«No es verdad que sea difícil rodar con niños ni con animales», reconduce Manoukian. «Pensé que con lo animales sería muy duro, pero fue muy fácil, me di cuenta de que hacían cosas para ayudar a los actores, incluso cuando los hacían esperar, era por ayudarles. Solo un día se nos complicó, cuando el perro se tiene que tumbar en una manta y luego correr con la jauría, pero era un perro de caza, y un animal así solo se tumba para dormir, así que nos costó, pero fue porque le pedimos algo que no era natural para él», recuerda con una sonrisa la cineasta, que confiesa que lo de ser veterinaria se le pasó por la cabeza en su infancia.

«El de veterinaria es el oficio que me hizo soñar cuando era niña, lo que no sabía era que es tan difícil de ejercer, que es tan duro, y tampoco me di cuenta de la importancia que tiene para la comunidad rural», reflexiona sobre el tema central de 'Una veterinaria en la Borgoña', que rodea de un envoltorio más que entretenido sobre el contraste entre el mundo del campo y la ciudad, un 'subgénero' que los franceses dominan como pocos, capaces de hacer sin complejos una loa a la vida rural y al tiempo sacar una sonrisa al espectador.

Aunque escrita y rodada antes del coronavirus, llama la atención la amenaza de una futura 'pandemia' que parece preocupar tanto a Alexandra (Noémie Schmidt) como el cuidado de los animales. «No soy una visionaria, por desgracia no», dice entre risas la directora. «Hay dos razones por la que está en la película: en 2009, durante la gripe porcina, fui al médico y me dijo que había que estar preparados porque se sabe que vendría una pandemia así en el futuro. Cuando construí el personaje de Álex, pensé que ella quería salvar el mundo, y por eso la hice epidemióloga», sentencia.

Otro tema actual postpandemia que trata desde el pasado 'Una veterinaria en la Borgoña' es el éxodo al campo de los urbanitas. «Todavía es pronto para saber si se van a contentar con teletrabajar o realmente van a hacer vida de campo», apunta la cineasta. «Lo que sé es que el confinamiento ha cambiado la forma de vida que teníamos, hay gente que se siente mal por el estrés, y han aprendido que la mejor forma de quitarse estrés es la naturaleza. Para muchos, irse al campo será más que un capricho», recuerda la directora de 'Una veterinaria en la Borgoña', que se ha colado en el top diez de taquilla en el fin de semana de su estreno en España .

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