«Los resucitados»: la «demencial» película inédita de Santiago Segura y Paul Naschy

Nadie la ha visto y niegan que exista, pero se rodó al mismo tiempo que «El día de la bestia»: «Todo lo que rodea a este filme es puro misterio. Y al director, Arturo de Bobadilla, se lo tragó la tierra»

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La librería Ozymandias esconde un secreto que casi ningún aficionado al cine conoce. Uno protegido desde hace más de veinte años por los superhéroes que copan caóticamente sus estanterías, desde Hulk, Flash o Batman, a Súper López, Jabato o El Capitán Trueno. Ni siquiera las dependientas de los dos comercios vecinos saben que el dueño de esta modesta tienda de cómics del centro de Madrid, Arturo de Bobadilla (Madrid, 1969), dirigió un largometraje con Paul Naschy y Santiago Segura que jamás vio la luz y del que muchos, incluso, dudan que exista. Su título: «Los resucitados».

«Es la película más maldita y de culto de la historia del cine de ciencia ficción y terror de España. Todos los aficionados al género han oído hablar de ella, pero nadie llegó a verla y acabó convirtiéndose en una especie de leyenda negra», cuenta Paco Limón, encargado de su último montaje, hace un año, tras dos intentos fallidos.

Encontrar referencias del filme en internet es una tarea frustrante, con tan solo un par de registros y la mención realizada por Salvador Sáinz, uno de los actores del reparto, en los comentarios de una entrevista a otra persona: «Todo lo que rodea a “Los resucitados” es puro misterio. Es una pena que no tuviera vida comercial. Incluso le perdí la pista al director, que parece que se lo tragó la tierra».

Bobadilla era un aficionado voraz de todo lo que tuviera que ver con el cine y la literatura fantástica. Llegó a protagonizar una película y varios cortos de bajo presupuesto e, incluso, dirigió otro modesto largometraje en 1993, que no presentó hasta seis años después. Pero después del rodaje de «Los resucitados», en 1995, desapareció con el material rodado en Super-VHS, Digital y Super 8. «La película ha sufrido mil percances. Desde doblajes fallidos a cintas prestadas difíciles de recuperar, pasando por los momentos que me dediqué a vender cómics en ferias o a cuidar a mis abuelos enfermos. Ahora, sin embargo, va como la seda y tiene que estar terminada para 2017 o le prendo fuego», promete el director en su pequeña tienda de 15 metros cuadrados, rodeado por los miles de cómics que invaden las estanterías, las mesas y el suelo.

«Arturo es un entusiasta, una especie de Ed Wood patrio. Siempre sentí predilección por estos personajes que no tienen miedo de persiguir su sueño, sin amedrentarse por la falta de medios o la escasez de talento», cuenta a ABC Santiago Segura, que confiesa después: «Nunca entendí cómo consiguió convencer a Paul Naschy y, de hecho, todavía no comprendo cómo me convenció a mí». Pero lo hizo, para contar la rocambolesca historia de un soldado de los tercios de Flandes que, en la Edad Media, es poseído por un demonio que intenta derrocar a la Monarquía Hispánica reclutando a un ejército de muertos vivientes. Persuadió a una leyenda como Naschy, que seis años después recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, para encarnar al diablo. Y a Segura para uno de sus secuaces, que rodó este filme al mismo tiempo que «El día de la bestia», con el que obtuvo el Goya al mejor actor revelación.

Bobadilla también reclutó a gente de la talla de Manuel Tallafé, actor fetiche de Álex de la Iglesia, o Antonio Mayans, habitual en la filmografía de Jesús Franco, José María Forqué, José Luis Sáenz de Heredia, Fernando Fernán Gómez o Anthony Mann. «El reparto estaba formado por leyendas camino del retiro o intérpretes que iban a ser muy importantes en la historia del cine español», explica Paco Limón. Pero ninguno, eso sí, cobró un duro por este rodaje «demencial» e «incongruente» entre Madrid y Toledo que no llegó al millón de pesetas (6.000 euros) de presupuesto.

«Fue muy peculiar. Se rodaba sábados y domingos, por las noches y a salto de mata. Algo extremadamente amateur que poco tenía que ver con el cine profesional», confiesa el creador de « Torrente», que recuerda a Tallafé en una escena en la que casi hiere a una actriz por utilizar una espada de verdad. «Ese mismo día —añade— tuvimos que dejar de rodar porque un foco hacía saltar continuamente los plomos de la casa de Arturo, el escenario más socorrido». Y si le preguntas a este por los permisos de rodaje, su respuesta canalla e irónica es siempre la misma: «Eso son misterios de Ozymandia».

Sin guión

Por allí también se pasaba un joven Daniel Monzón Celda 211»), que bromeaba al ver las escenas: «Mira, Bobadilla dirige a Santiago mejor que Álex de la Iglesia, le saca más partido». Mientras que Antonio Mayans reconoce que se involucró porque el director era su amigo y se lo pidió. «Creo que nunca tuve un guion entre las manos, solo hacía lo que me pedía Arturo en cada momento. Puede que él lo tuviera planificado en su cabeza, pero a mí me parecía todo un poco improvisado e incongruente. Si se espera que diga que fue algo importante, lo cierto es que no lo parecía», subraya.

«A mí me parece una maravillosa locura hecha desde el corazón. Las películas son algo más que el hecho de estar rodadas en 35 milímetros con mucho dinero y los mejores actores. Para mí tienen que tener alma, como “Los resucitados”, y eso es muy difícil de conseguir. Era todo por amor al arte. ¿Que te parece cutre? Seguramente. ¿También una locura? Por supuesto, pero una locura maravillosa con una energía brutal, cuyo único objetivo era hacerla, más allá de si se vendía o no», opina el editor. Ahora, el objetivo para Bobadilla es simplemente «terminarla y que se vea». «Y a partir de ahí, que sea como una supernova… que lo queme todo».

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