Una noche en el infierno de Bataclan, un año para tratar de sanar las heridas

Isaki Lacuesta recrea en el filme ‘Un año, una noche’ la historia real de un español que sobrevivió al atentado

Crítica de 'Un año, una noche': Paisaje y vida después de la batalla perdida

Regresar a Bataclan entre la emoción y el recuerdo siete años después de los atentados

Noémie Merlant en 'Un año, una noche'
Fernando Muñoz

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Ramón, Mariana, Iván y María sobrevivieron a los atentados de Bataclan de hace ya siete años. Cada uno ha soportado el trauma como ha podido; pero todos ellos se atrevieron a volver emocionalmente al lugar que por unas horas fue el infierno en la tierra. Los cuatro acudieron por sorpresa al rodaje de la última escena de la película ‘ Un año, una noche ’. Tres de ellos lo hicieron, además, con la misma ropa que llevaban cuando cuatro terroristas irrumpieron Kalashnikov en mano disparando contra la multitud mientras actuaba la banda Eagles of Death Metal. El director de la película, Isaki Lacuesta , recuerda ese momento en el plató como «un puñetazo de emoción en el estómago». «Por un lado su compañía te tranquiliza, por otro fue un viaje emocional muy intenso», rememora.

La película que llega hoy a los cines con Nahuel Pérez Biscayart, Noémie Merlant, Quim Gutiérrez y Alba Guilera como protagonistas condensa en 120 minutos lo que el mismo título ya resume:la noche del horror y el año posterior en el que cada uno trata de aprender a convivir con su dolor. La cámara se centra en la relación de pareja de Ramón y Mariana (Nahuel y Noémie), cuyas cicatrices físicas, mentales y emocionales supuran todo ese tiempo. «Hay heridas que no se curan nunca y heridas que no sabemos que llevamos pero que nos han roto por dentro», sentencia Isaki Lacuesta.

El propio cineasta recuerda que fue en una cena en París con Ramón y Mariana, a la que se sumó Isa Campo, su pareja y guionista habitual, cuando se animaron contar esta historia . Ramón González ya había publicado el libro ‘Paz, amor y death metal’, donde relató con todo lujo de detalles la noche del atentado. «El vértigo era evidente», recuerda Isaki ante la posibilidad de filmar un tema con tantas espinas como aristas. Unos nervios que se rebajaron cuando supieron que iban a contar con el apoyo de quien sufrió el terror en sus carnes. Una cercanía que dejó momentos muy intensos, como cuando antes de rodar la escena del secuestro en los camerinos, Mariana dio un emocionante discurso a los actores y a los extras que tenían que simular delante de ella lo que vivió años atrás.

Rodar el tiroteo

En otra ocasión, Noémie Merlant le preguntó a Ramón que qué era para él lo más importante de la película:«Ver cómo reproducís el atentado», le dijo. Un ataque en el que murieron unas 80 personas y que es el arranque de su libro, donde además se explaya durante páginas cargadas de dolor e infortunio. «Tuvimos que buscar una forma de contar esa violencia, que én una película no se puede contar en primera persona como sí hace el libro», analiza Isaki, que cuenta que trató de huir de la complacencia:«Ese recurso del ‘fuera de campo’ del cine de autor que sabes que te van a aplaudir por ser elegante me parece que tenía un punto de cobardía y de poca responsabilidad, y a veces es una excusa para no rodar cosas que son complicadas», relata.

Así, puso su cámara en lugares poco explorados por las noticias, como cuando las víctimas huyen por una escalera mientras las balas silban por la espalda, o el público tembloroso escondido en el camerino mientras los terroristas iban buscando nuevas víctimas. Lo que no hace, eso sí, es mostrar la cara de los terroristas más que a través de los ojos de sus vícitmas. Y, sobre todo, se centra en ese año en el que Ramón y compañía tuvo que aprender a vivir de nuevo por culpa de unos salvajes que les arrastraron al infierno.

También recuerda el pensamiento de Ramón en el camerino, que sale tanto en el libro como en la película, de que su vida habrá sido un fracaso si muere ahí. Y por eso decide cambiarla. Eso interpela al espectador, dice Lacuesta, porque todos después de la pandemia decíamos que íbamos a cambiar de vida y al día siguiente estábamos como siempre. «Hasta que punto hace falta que nos ocurra algo así para cambiar», sentencia el cineasta.

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