'Modelo 77', un examen a la Transición española desde los calabozos

Alberto Rodríguez y Rafael Cobos firman esta película sobre la fuga de 45 reclusos de la Modelo de Barcelona

Javier Gutiérrez y Miguel Herrán interpretan a dos presos antagónicos que comparten celda y objetivo

Jesús Carroza, Miguel Herrán y Alberto Rodríguez, en el rodaje de 'Modelo 77' JulioVergne
Óscar Rus

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En el monitor, a través del cual el director Alberto Rodríguez (Sevilla, 1971) observa a mediodía una secuencia con el actor Javier Gutiérrez (Luanco, 1971), hay encima dos plátanos y al lado, pegados, un escudo del Betis y un papel que reza 'COPEL' (Coordinadora de Presos En Lucha). Gutiérrez, un todoterreno que encadena un título tras otro en cine y televisión , se acerca después al combo del rodaje de 'Modelo 77 '. Se seca los ojos por el humo que hacen pasar en pantalla por polvo. «¿Tú sabes lo que es estar ahí dentro?». Se pone los cascos. En la sobremesa hará lo mismo el actor Miguel Herrán (Málaga, 1996), café y cigarro en mano. Por primera vez, desde su revelación en 'A cambio de nada' (2015), disfruta verse y no es por su buen porte.

A Alberto Rodríguez , que firma la película junto a su guionista de rigor Rafael Cobos (Sevilla, 1973), no le importa: «Puede venir cualquiera a ver lo que quiera. No suelo ser celoso con lo que estamos haciendo. A veces [Javier] pasa por aquí y otras no quiere ni verse». Están grabando el momento en que varios reclusos electrifican el túnel por el que 45 de ellos escaparán -escaparon- en el año 1978 de la Modelo de Barcelona . Rodaron 'in situ' en verano. Ahora, y hasta octubre, recrean y ensanchan los interiores de la céntrica y centenaria cárcel, cerrada desde 2017 , en una nave de Sevilla . Al lado del Puente de San Bernardo. No han integrado la música que, según la hemeroteca, los reclusos escuchaban mientras cavaban. «Este es el hecho real; los personajes están inventados. Hay una épica que no puede saberse exactamente», aclara su director. Aquí, la transición, aunque mayúscula, es otra.

Javier Gutiérrez (50) es José Pino; Miguel Herrán (25), Manuel. El primero, un pobre diablo, un perro viejo que da tumbos de trena en trena. El segundo, un contable, un principiante, que entra en la cárcel con lo puesto: un traje. Manuel le meterá el gusanillo a Pino. De su fachada y de la de otros setenta intérpretes se ha encargado el diseñador de vestuario Fernando García , también sevillano: «Antes todo el mundo era más bajito y delgado». Gutiérrez mide 1,64. Herrán, 1,72. Comparten talla 'M' de camiseta, escote y pelo en pecho. La ropa narra la degradación del joven trajeado, de colores cálidos a fríos, pero también el tiempo interno del largometraje, tres inviernos y dos veranos. Para 'Modelo 77' han tenido que «construir» prendas de la década. Han mantenido la silueta de la campana del pantalón y del cuello de la camisa, pero un buen bigote y una patilla, como los del actor Jesús Carroza , ayudan a dar el pego.

Alfonso Lara y Miguel Herrán, durante el rodaje de 'Modelo 77' Julio Vergne

Bajo las máximas del director (realidad, sobriedad; o sea, mínimas), también han confeccionado los abrigos 'alemanes' de los funcionarios, cuyo uniforme aún no se había modernizado; sí el de la Guardia Civil que viste el actor Alfonso Lara . También han teñido las gafas, como aquellas con tinte de humo que utiliza el excéntrico personaje de Pino. No querían caer en tópicos como la excesiva bisutería de oro. «Hemos intentado huir de todo artificio. Alberto tiende a buscar la esencia. El trabajo que suelo hacer con él es quizás más interno que externo. Cuando hablamos de cárceles españolas, imaginamos personajes muy peliculeros. Pino podría ser un señor que lleva una carnicería», añade Gutiérrez en la celda que han calcado.

«Es un sitio chico donde pasan cosas muy grandes», resume el director de arte Pepe Domínguez del Olmo . Su referente para 'Modelo 77' ha sido el escultor británico Richard Long . «Me hace gracia coger trocitos de la realidad y descontextualizarlos». Él arrancó un «trocito» de la Modelo. A Sevilla han 'traído' de Barcelona dos celdas, de mayor tamaño que las reales, y un pasillo, con los que simulan hasta tres plantas. «Caminar tú solo por esas galerías, tocar todos esos cerrojos, esos sonidos secos… Tú entras en las de verdad y te cagas de cómo vivían. Cuatro personas que cagaban en un agujero a diez centímetros de la cama», comenta Miguel Herrán . El diablo, como acostumbra, está en los detalles. En el calabozo que comparten los protagonistas hay curiosos elementos de atrezo como un flexo hecho con una lata de tomate o una chusta de cigarro. También han recreado un sótano abandonado y lleno de retratos de Franco, donde bajo una tabla de madera está el agujero del túnel; un almacén que sirve como espacio de transición en la fuga. El techo aparentemente ladrillado es de corcho madera.

Alberto Rodríguez (50) y Rafael Cobos (48) empezaron a pensar en 'Modelo 77' tras su primer dueto, '7 vírgenes' (2005). Querían retratar cómo, ante la falta de libertad, los colectivos se unen. Vuelven a la Transición, tras 'La isla mínima' (2014), pero esta vez desde el punto de vista de los desfavorecidos. «Los presos sociales [comunes] decidieron organizarse después de que amnistiaran a los políticos; ellos consideraban que formaban parte de los damnificados de los cuarenta años de dictadura», recuerda su director. En la Modelo, por ejemplo, había invertidos, gandules, abortistas, teatreros… Y desde allí, en pleno Ensanche de Barcelona, escuchaban el zumbido del aperturismo.

Alberto Rodríguez y Javier Gutiérrez, durante el rodaje de 'Modelo 77' Julio Vergne

Continúa Rodríguez : «El 78 es un año histórico. Se produce una barbaridad de fugas durante una época convulsa en la dirección de instituciones penitenciarias. Y el país se está moviendo del franquismo a la democracia». No es un 'thriller' carcelario, sino la historia de dos personajes que se conocen en el peor escenario: sin libertad. «Vienen de dos mundos tan distintos y terminan encontrando un objetivo común», resume. Tampoco es una película política, añade Cobos , aunque el contexto sí lo sea, pues la trama empieza con un final, el de Franco, y acaba con un inicio, el de la Constitución. «No hay una intención panfletaria. Donde hay una institución puede haber un 'agujero'», asegura Cobos. La corrupción está patente en sus trabajos anteriores. «Las películas de Alberto son como capas de cebolla. Uno se puede quedar con un 'thriller' o un policíaco, pero hay un trasfondo mucho más interesante. En ese sentido, puede levantar ampollas porque es una película social y habla de la realidad de nuestro país no muy lejana», aporta Javier Gutiérrez .

El actor cree recordar que alguna vez habló de este proyecto durante el rodaje de 'La isla mínima' , por la que ganó su primer Goya. Por recomendación del director, el intérprete leyó biografías de presos de la Modelo y otras cárceles. Miguel Herrán , en cambio, no hizo los deberes que le mandó: películas. «Me he visto una francesa; el resto, no. Son antiguas que tienes que ver en Filmin … y yo, entre que me llevo a hostias con la tecnología y que soy muy perezoso, no las he visto». Tampoco le fue fácil, al principio, trabajar con el cineasta. «Alberto es muy tímido, me atrevería a decir. Es una persona muy suya. Da la sensación de que no le está molando lo que estás haciendo. Siempre dice 'menos', 'quita', 'no tanto' y dices: 'Joder, no estoy haciendo nada, ¿por qué me has cogido?'». El veinteañero sabe que es «una valla publicitaria» tras la serie de Netflix 'La casa de papel' («No soy gilipollas»). Le daba rabia que le hubieran cogido por eso, así que insistió.

—¿Por qué me has cogido, tío?

—Porque hiciste una prueba cojonuda, Miguel.

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