Pedro Almodóvar y el cine como antídoto contra la reclusión

El manchego ha presentado en la Mostra de Venecia el cortometraje «The human voice», su primer trabajo en inglés junto a Tilda Swinton

Pedro Almodóvar y Tilda Swinton en la presentación de «La voz humana» en Venecia

David Martos

Hace justamente un año, cuando recogía su León de Oro honorífico en el Lido, Pedro Almodóvar saldaba una cuenta que tenía pendiente desde 1988 con el festival. Aquel año sus « Mujeres al borde de un ataque de nervios» se fueron de vacío -algo que tantas veces ocurre- después de cosechar el clamor de la prensa y del público. En este 2020 pandémico, en el que las gafas negras del manchego se confundían con su mascarilla, Almodóvar le ha devuelto el favor a la ciudad de los canales. Venecia pintaba anodina sin las estrellas de Hollywood, que no pueden viajar desde Estados Unidos, y su primer trabajo en inglés, el corto «The human voice» [o «La voz humana»] junto a Tilda Swinton, ha acudido al rescate de la Mostra número 77 en su segunda jornada. Es una adaptación libre del monólogo que tantas veces le ha inspirado .

«Jean Cocteau ya me inspiró en ‘La ley del deseo’”, confesaba ante la prensa veneciana. «Me gustó mucho la combinación de ‘La voz humana’ y Carmen Maura, así que la idea para ‘Mujeres…’ fue hacer una versión larga del monólogo y de la situación que vive la protagonista. Como me situé 48 horas antes de la llamada, de pronto la llamada desaparecía, no había que poner a Cocteau en los títulos y el resultado fue una comedia delirante . Así que digamos que para mí ha sido muy fértil. La mujer abandonada, sola, al borde de la locura, junto a un perro y un montón de maletas ya hechas… es una situación dramática que siempre me ha estimulado. En este caso creo que ya es la última vez, que ya no volveré a molestar el texto de Cocteau con mi adaptación».

Aquella Pepa a la que dio vida Carmen Maura en tono de comedia es hoy la escocesa Tilda Swinton, que en el cortometraje pena por su amante perdido en un apartamento construido dentro de una nave industrial, una especie de escenario dentro de un escenario, de cine dentro del teatro, con las bambalinas al descubierto. «Mi relación con el cine de Almodóvar empezó con mi relación con el cine de William Wyler, George Cukor o Billy Wilder», escogía Swinton como elogio para su director, en plena rueda de prensa. «‘Mujeres…’ fue la primera vez que vi su espíritu, y desde entonces he permanecido cautivada por su cine. Tengo un amigo en el norte de Escocia que es monje benedictino. Lo vi hace unos 12 años, y me dijo que había rezado de forma especial para que trabajase con Pedro Almodóvar. Pensé que era algo ridículo, porque yo no soy española y no hablo español… Pero existe un lenguaje del cine que genera una complicidad entre ambos. Me hace sentir increíblemente orgullosa estar sentada hoy aquí entre los hermanos Almodóvar. Es, literalmente, un sueño hecho realidad».

La distorsión del confinamiento

En ‘The human voice’ la protagonista vive un encierro voluntario. Desde su cárcel elegida, rodeada por los colores rojizos de Almodóvar y mecida por los violines de Alberto Iglesias, la mujer sufridora -a la que el manchego ha actualizado, la dibuja «menos sumisa»- mantiene una larga conversación telefónica con el hombre que se dispone a abandonarla. Una adaptación concebida dentro de otro encierro, el del propio Pedro. « El confinamiento nos ha reducido a todos en casa y ha demostrado varias cosas », explicaba el ganador de dos Oscar. «Por ejemplo, hasta qué punto la gente depende de la ficción, uno de los modos de llenar el tiempo y de entretenerse. Ahora es mucho más fácil decirle al público que la cultura es absolutamente necesaria. Todo lo que han estado viendo ha sido escrito por alguien, ha sido iluminado por alguien, está interpretado por alguien».

«Pero también hay otro resultado que a mí me parece inquietante y negativo. El confinamiento nos ha hecho ver la casa como un lugar de reclusión. Un lugar desde el que podemos comprar, trabajar, encontrar el amor de nuestra vida… lo podemos hacer absolutamente todo de un modo sedentario. Y eso a mí me parece peligroso. Yo contrapondría a esta situación de reclusión… el cine. El cine es absolutamente lo opuesto a esto. Ir al cine es iniciar una aventura. Tienes que vestirte, tienes que salir a la calle, tienes que elegir una película, y después tienes que meterte en un lugar oscuro y compartir con un montón de desconocidos -cada vez más escasos- una serie de emociones, lo que los griegos llaman ‘catarsis’. Es emocionarte, llorar y aterrorizarte con gente», decía en línea con el mensaje general de esta Mostra.

Asegura Pedro Almodóvar que se ha sentido más libre que en otras ocasiones rodando en inglés, que se ha liberado de su idioma y de las contracciones estéticas que se había autoimpuesto en ‘Julieta’ o en ‘Dolor y gloria’. Dentro de un mes comenzará a trabajar en ‘Madres paralelas’, un largo con Penélope Cruz que quiere rodar en primavera, quiere además presentar ‘The human voice’ en diversos eventos a lo largo de España, y tiene en cartera otros dos proyectos en formato corto: uno de ellos un western que le gustaría grabar en Almería. «Mi mayor ilusión es seguir vivo», afirmaba en claro contraste con su pesimismo de hace una década, «mi segunda ilusión es seguir vivo y haciendo cine, y la tercera es estar en Venecia, hablando con todos vosotros».

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