Festival de Cannes

Llegan los hermanos Dardenne, siempre favoritos, con su pequeño islamista

Aún no ha inventado el Festival de Cannes un premio que no hayan ganado estos belgas

El actor francés Olivier Bonnaud; la actriz belga Claire Bodson; el cineasta belga Luc Dardenne; el actor belga Idir Ben Addi; la actriz belga Victoria Bluck; el cineasta belga Jean-Pierre Dardenne; la actriz belga Myriem Akheddiou y el actor belga Othmane Moumen posan para los medios durante la presentación de la película "El joven Ahmed", EFE
Oti Rodríguez Marchante

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Los directores belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne son tan «made in Cannes» como el Palais, la Croisette o el simpático «désolé» con el que se niegan las cosas. Aún no ha inventado el Festival de Cannes un premio que no hayan ganado ellos, dos Palmas de Oro, un Especial del Jurado, al guion, a la interpretación…, y su filmografía se ha macerado aquí como unas peras al vino. Ayer presentaban su última película, « El joven Ahmed », y como es natural hay que considerarla vencedora hasta que el Jurado diga, si dice, lo contrario. No hay nada más parecido en el mundo que una película de los Dardenne a otra película de los Dardenne, pequeñita, directa, de narrativa sencilla, de fondo sustancioso, sin la menor alegría ni económica ni de las otras. Ellos cuentan y tú asientes .

«El joven Ahmed» trata de un asunto demasiado grande, pero metido en un frasquito: un muchacho belga y musulmán está ya carcomido por la «pureza» de su imán y siente la llamada de matar a su profesora de árabe, una persona buena, comprensiva pero «impura» … La película busca en el interior del adolescente, y en su entorno, donde nadie es así, ni su madre, ni sus hermanos, ni los que tienen que vigilarlo y reeducarlo, de tal modo que desde fuera se asiste a una descripción del absurdo y de la impotencia del sistema, o como se quiera llamar. Ahmed solo tiene su Corán, su alfombrilla para el rezo, un odio que ni entiende ni controla y unos argumentos que terminan justo donde empiezan. Un ser vacío al que la mirada de los Dardenne respeta y busca, naturalmente sin encontrar nada que no sea pesimista. Sin duda que una película sobre este gigantesco asunto puede ser más sórdida, más trágica, más punzante, más siniestra…, pero la de los Dardenne es así, pausada, sin nervios, sin clichés, pero explica tan bien la causa que no necesita efectos. Nada en ella hace presagiar que vaya a transformar el Islam y su relación con Europa , o Bélgica, y mucho menos que pueda conseguir una gran premio aquí, pero estamos hablando de los hermanos Dardenne, o sea, que ojito con los listos y adivinos.

La otra película en competición era del norteamericano Ira Sach, conocido por «El amor es extraño» y «Verano en Brooklyn», y que se ha ido a roda a Sintra una película muy poco neoyorquina, « Frankie », resuelta en preciosas estampas y bonitos encuentros, paseos y diálogos como si se tratara de una obra de Chejov. El centro de la historia es Isabelle Huppert, una célebre actriz a la que le queda muy poco de vida a causa de un cáncer terminal, y a su alrededor, la familia, el marido, los hijos, su primer marido, su amiga actriz…, en fin, un cortejo con el que mantendrá esos chejovianos momentos. El interés, además de visual y turístico, está en los duetos de los intérpretes , magníficos entre Huppert, punzante como una lezna, y ese buen gestionador de las emociones que es Brendan Gleeson, y excelentes entre Marisa Tomei y Jérémie Rénier o Greg Kinnear. No es que el drama lo empape mucho a uno, acaso unas salpicaduras, pero sí le proporcionan argumentos para irse un fin de semana largo a Sintra, con salud, naturalmente.

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