Jungle cruise

Disney se contagia de leyenda negra en una aventura familiar con conquistadores españoles

Dwayne Johnson y Emily Blunt protagonizan una historia llena de magia y diversión en la que los malos vuelven a ser los exploradores

Dwayne Johnson y Emily Blunt en 'Jungle Cruise'
Lucía M. Cabanelas

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Entre la infinidad de aventuras, conquistas y maravillosas locuras que envuelven el descubrimiento del Nuevo Mundo, ya es mala suerte que la gran pantalla caiga, una y otra vez, en un abismo tan frondoso como la selva amazónica que despejó Lope de Aguirre en su periplo americano. Siempre la misma historia... La avaricia del conquistador ha teñido de negro las incursiones patrias en el género, pero también el experimento colonialista de Werner Herzog en los años setenta. Ahora es Disney quien lo replica, para más inri, con la complicidad de un director español, Jaume Collet-Serra .

«Es histórico, los españoles son los conquistadores. Pero el acento es genial. Un acento genial es la clave para un buen villano », asegura, entre risas, Emily Blunt, quien da vida a una intrépida, y anacrónica, doctora sospechosamente británica. Busca, como Harrison Ford en 'El arca perdida', un elemento legendario, aquí una flor mágica con poderes curativos que persigue más gente.

El otro protagonista, el siempre rentable Dwayne Johnson , esconde entre sus músculos más de lo que dicta la sinopsis, por eso se permite justificar, siempre muy sobrio, una elección de los españoles como villanos que, por repetida, empieza a resultar hasta coherente. «Siento que aquí es convincente», afirma el actor, capitán gruñón de una expedición salpicada de baches sobrenaturales. Desde luego, puede que la motivación de Edgar Ramírez, el venezolano que da vida a Lope de Aguirre, sea más convincente que el detonante que les convierte, del día a la noche, en los malos.

Inspirada en la famosa atracción del parque temático Disneyland, 'Jungle cruise' es una entrañable mezcla entre 'Piratas del Caribe' e 'Indiana Jones' que busca recuperar la tradición y la diversión de un cine familiar socavado por la hegemonía taquillera de la animación y los superhéroes. Los tópicos de la leyenda negra no desmerecen una película que, en su incursión por el Amazonas, sale a flote gracias a la destreza del destartalado barco La Quila, pero sobre todo al carisma y la química entre sus protagonistas y las píldoras de humor del cómico Jack Whitehall, «la tercera e incómoda pata» de la ecuación.

Más allá del ambicioso diseño de producción, de las caras conocidas y de la aventura como de gincana, el público español quizás encuentre su mayor entretenimiento en reconocer, entre los efectos especiales, a estrellas nacionales como Quim Gutiérrez y Dani Rovira, aquí devotos seguidores del malvado villano patrio que, en lugar de miedo, quedan algo ridiculizados.

«Tanto 'Piratas del Caribe' como 'Indiana Jones' tuvieron una gran influencia, pero la película tiene algo que estas no tenían. La dinámica entre los protagonistas es la piedra angular de la historia, el espíritu de la cinta, aunque también conserva la emoción, los hechizos, los sustos, los mitos y leyendas que tenían los piratas», desgrana la actriz. El paralelismo es demasiado obvio. «Tenemos esa inspiración del realismo mágico que los piratas trataron tan bien, pero creo que hay mucho amor, que es el tema principal de la historia», reflexiona Blunt, eje de una aventura que revitaliza la fórmula clásica con varias dosis de lo políticamente correcto. «Nuestra heroína es la versión femenina de Indiana Jones» , dicta Dwayne Johnson. Y esa es solo una entre unas cuantas.

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