«Cosmética del enemigo», los fantasmas del pasado resurgen en el sofisticado «thriller» psicológico de Kike Maíllo

«Las plataformas saldrán reforzadas de la pandemia», dice el director, que estrena en Filmin su adaptación de la novela de Amélie Nothomb

Marta Nieto en «Cosmética del enemigo», de Kike Maíllo

Mariló García

Para hablar de «Cosmética del enemigo» hay que sortear el «spoiler». «Incluso a la hora de crear el tráiler hemos tenido que ser abstractos», apunta Kike Maíllo en entrevista telefónica sobre su tercera película tras «Eva» (2011), con la que ganó el Goya a mejor dirección novel, y «Toro» (2016), con Mario Casas . Este sofisticado «thriller» psicológico que se presentó en el Festival de Sitges transcurre en un aeropuerto en París con un duelo entre dos personajes opuestos, un exitoso arquitecto polaco (Tomasz Kot – «Cold War» –) y una sociópata que no parará de importunarle (Athena Strates –«La gran mentira»–).

Aviso a los lectores: en esta adaptación del bestseller de Amélie Nothomb (Anagrama) –que asegura Maíllo ha quedado satisfecha con el resultado– se introducen algunos cambios interesantes (incluido su final), como el uso de «flashbacks» –con las escenas protagonizadas por Marta Nieto («Madre»)–, y con Texel Textor convertida en una mujer pues se juega principalmente con el prejuicio del espectador sobre quiénes son los personajes y qué está pasando. «Vivimos en una sociedad sexista. No es lo mismo cómo te comportas siendo un hombre cuando te viene un tío y te da la tabarra a cuando es una tía quien lo hace. La violencia se ejerce de otra manera. Va de alguien que no te puedes quitar de encima. El tipo no tiene los recursos o la valentía de ser taxativo con ella», explica Maíllo. Y si ella es joven más aun. «La diferencia de edad me interesaba no tanto por el coqueteo como por esa idea de que él podría ser su padre».

Rodada en inglés, Tomasz Kot confesó en Sitges haberlo pasado regular con la escena de diálogos de 25 minutos de duración filmada sin pausas . «No es mi idioma y cuando pasas de las seis páginas de guion se complica la cosa, aunque se agradece la experiencia». Para Athena Strates la improvisación formó parte del juego. «La escena en la que río a carcajadas no tiene nada que ver conmigo. Tenía que ser lo más teatral posible». Porque la novela lo es, lo que fue un reto para Maíllo especialmente a la hora de mostrar a Jeremiasz August que se limita a escuchar y no se describe en el libro. El «flashback» se convirtió así en la herramienta perfecta. Algo que entronca con un tema recurrente en toda su filmografía y que aquí es el eje principal: los fantasmas del pasado, cómo el pasado y el presente no se pueden desligar. « Ambos personajes tratan de liberarse de algo que les sucedió , que los marcó y que no pudieron superar», explica.

Una forma de materializarlo visualmente es ese aeropuerto. « Es gente viajera, pero todos los problemas se los llevan en la maleta . El arquitecto regresa a ese aeropuerto que él mismo construyó, y con el que mantiene cierta controversia. Ese edificio bonito con personas que van a pasar poco tiempo en él es como Jeremiasz y la maqueta del aeropuerto [en la que aparecen y desaparecen elementos] funciona como su psique». Maíllo imaginó pues al aparentemente irreprochable arquitecto. «Me dio la oportunidad de rellenarlo con mis propias neurosis. Tiene de mí lo pecaminoso, esa voluntad de mostrar tu mejor faceta».

Fácil en una época en la que impera el postureo en las redes. «Somos animales sociales. Rápidamente entendemos cómo intentar gustar y pertenecer a un grupo. Y tapamos nuestras vergüenzas, algo que es poco terapéutico. No sé si somos nuestros propios enemigos pero habría que encontrar la manera de formar parte del grupo sin soslayar cierta honestidad . En redes eliges la mejor foto y tratas de dar una imagen que no eres», reflexiona el director que cree que la pandemia ha podido rebajar el ese afán de exhibición pero no lo ha eliminado. «Nos hemos mostrado: estos son mis rulos, mi pijama, mi casa… Ha habido una obligación de enseñar cosas que no era necesario enseñar. En reuniones de teletrabajo te has visto obligado a hacerlo, aunque al final lo cierto es que siempre eliges tu mejor rincón, no haces la videollamada desde el baño».

La película, que se puede ver en Filmin, se acabó de rodar dos semanas antes del confinamiento y se ha montado en pandemia («sin encontrarnos, por Skype»), lo que le ha demostrado a Maíllo que «hay otras formas de trabajar». «Las plataformas saldrán reforzadas de la pandemia . Hay mucho ansia por hacer proyectos, no tanto por los creadores como por la gente que financia las películas», cree el director que adelanta que ya tiene en mente un par de libros de los que está buscando los derechos de adaptación, y vaticina: «Que te respalde un libro facilita acceder a los proyectos y creo que se multiplicarán los encargos en los próximos años».

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