Carmen Sevilla, la española que rechazó a Hollywood y dio plantón a Charlton Heston y Sinatra

La «novia de España», que dio calabazas a la Paramount cuando le ofreció un contrato de seis años, cumple hoy 90 años

Carmen Sevilla y Frank Sinatra ABC
Lucía M. Cabanelas

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Cuando España perdió el Imperio, en 1898, únicamente le quedó el sol, lo que no es poca cosa. Sus envidiables condiciones meteorológicas y sus incentivos fiscales convirtieron al país en el Hollywood del Mediterráneo a finales de los cincuenta, y también en un paraíso para despertar las pasiones y descargar los pecados. Envidia de Europa, los estudios de cartón piedra erigidos por el judío Samuel Bronston prendieron un imperio cinematográfico en Las Rozas, pero bien podían ser, si querían, China —con una ajada Ava Gardner en «55 días en Pekín»— o ese Egipto en el que, después de dar vida a El Cid en 1961, Charlton Heston fue un general romano y Octavia, la española Carmen Sevilla, que ya le había puesto acento andaluz a la María Magdalena de «Rey de reyes».

El papel en la película de Nicholas Ray le reportó fama entre los americanos, que pronto suspiraron por donde pasaba Carmen Sevilla , de juerga en juerga acompañando a los exiliados de la meca del cine que venían a ahogar sus penas en los tablaos madrileños durante la España franquista. Con ese aura de estrella de quien sabe explotar sus encantos con naturalidad, la actriz española, que cumple hoy 90 años, se echó Hollywood a los hombros y fue «novia de España» mucho antes de que Estados Unidos, que lo hace todo más grande, acuñase el mismo término para Julia Roberts, a la que solían apodar «la novia de América» durante sus mejores años. Como decía su canción, ella es «Carmen de España valiente, Carmen con bata de cola, pero cristiana y decente».

El idilio de Carmen Sevilla con ese Hollywood «desterrado» comenzó en 1951, dándole la réplica a Jeffrey Hunter en la película «Rey de reyes» y continuó cuando la actriz, que pudo haber cantado el último cuplé y ser la violetera, cinco años después enamoró a Frank Sinatra, ese mismo que vino a España persiguiendo a Ava Gardner y que juró no volver a pisar el país tras sus calabazas.

La Voz y la folclórica sevillana se conocieron en 1956, cuando el cantante rodaba «Orgullo y pasión» en España, y a pesar de compartir cartel con Sophia Loren, el mujeriego Sinatra fue a la actriz española a la que le enviaba rosas rojas a diario. Carmen Sevilla, sin embargo, no se dejó tentar por sus encantos, que a fin de cuentas procuraban llevarla cuanto antes al redil, algo con lo que la estrella nacional, muy casta, no comulgaba. «Por la noche, entre hoteles y salones, alcohol y cocaína, trataba de poner fin a la virginidad de la novia de España, que por entonces tenía veintiséis años muy bien llevados y, de cintura para abajo, el sexo candado», resumió Jesús Lillo en este diario.

Carmen Sevillay Charlton Heston en «Marco Antonio y Cleopatra»

Cayó también en sus redes Charlton Heston, que no dudó en contratarla para dar vida a Octavia. El protagonista de «Ben Hur» «se sorprendió por la belleza inconmensurable de Carmen» , así como por su «profesionalidad» al rodar «Marco Antonio y Cleopatra», escribieron José Aguilar y Miguel Losada en «Carmen Sevilla», un libro que repasa la trayectoria de la española. A pesar de lo efímero de su papel, la actriz dejó su huella en el rodaje del drama histórico, especialmente en Heston, en quien despertó sus más bajas pasiones.

El actor y director, toda una estrella de Hollywood, se «propasó» con la española, entregándose con más efusividad de la que establecía el guión al beso con la folclórica. Así se lo hizo ver quien sería la mujer del «cuponsito», que tenía ya 42 años en el momento en el que se estrenó la película, abofeteando al americano. Sin embargo, con el tiempo solo halló buenos recuerdos de aquel entonces, con palabras llenas de cariño hacia el que llegó a ser, pasados los años, su amigo. «Estuve en Hollywood, en la Paramount, y en España rodamos los exteriores. Fue maravilloso. Yo tenía que hablar inglés y lo aprendí de memoria: Charlton me enseñó y la película resultó preciosa. Aún no me lo creo», escribió Carmen Sevilla hace once años en ABC para despedir al Cid norteamericano tras su muerte, en abril de 2008.

El portazo a Hollywood

La mujer del «Telecupón» rechazó un importante contrato de seis años con la Paramount por no dejar a su familia sola, «a mis padres y mis hermanitos», como ella misma explicó en su texto «Charlton y los pechos», donde describe con bastante humor cómo se rodó una de las más icónicas escenas de «Marco Antonio y Cleopatra».

«Estábamos sentados en la cama, hablando, y de repente él empezó a tocarme los pechos, y a expresar el amor que me tenía , y ¡cómo me hablaba!, fue una maravilla», reconoció «Carmen de España». «Cuando terminó, me dijo: “¡Oh, wonderful!, ¡Thank you, darling!, ¡Thank you, darling!” Y yo grité: “¡Corten!”. Y ya en español: “Oigan, ¡que me escuchen! Que Charlton me tocara los pechos, las tetas, no estaba en el guión ”. Y, de repente, él repuso: “Sí, está”», recordó la actriz. No en vano, además de director y protagonista, Charlton Heston adaptó la obra de William Shakespeare en un guión que escribió junto al español Federico de Urrutia.

Una secuencia que ninguno de los dos olvidó a pesar de los años, como evidenciaría la inesperada visita del actor estadounidense al plató del «Sorpresa, sorpresa» presentado por Concha Velasco. Ante una atónita Carmen Sevilla , a la que le habían dicho que una persona que la quería y admiraba le iba a hacer un homenaje, comenzaron a sucederse los legionarios romanos, con sus lorigas y sus lanzas, y esos cascos adornados con penachos de crin de caballo. A la zaga, una cuadriga con un hombre ya vetusto enfundado en un traje que desentonaba en esa estampa militar . Era Charlton Heston, quién si no, arreando el carro con caballos como hiciera en «Ben-Hur» cuatro décadas antes.

Y la segunda vez... lágrimas

«Me puse a llorar. Y él quiso hacer, muchos años después, y sentado junto a mí, la misma secuencia de “Marco Antonio y Cleopatra”, la de los pechos y sus brazos abrazándome», escribió Sevilla. «Pero yo le tomé el brazo —me acordaré toda mi vida— cuando ya estaba un poco “así” para tocarme el pecho, le di un beso en la mano, y le dije: “¡Thank you, darling! ¡Very much!”. Me puse a llorar porque no me esperaba que esta persona se acordara de mí , de aquellos tiempos de Hollywood». Quién no iba a acordarse.

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