FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

El bailarín Carlos Acosta y su cubana vida

Icíar Bollain recrea en «Yuli» la biografía de la estrella del Ballet Nacional de Cuba

Icíar Bollain con Carlos Acosta en San Sebastián EFE
Oti Rodríguez Marchante

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La película a competición del día era otra vez una española, la que firma Icíar Bollain y titulada «Yuli» , que es el otro nombre del bailarín cubano Carlos Acosta , a cuya biografía está dedicada en cuerpo y alma. El guion es de Paul Laverty , tan unido a la vida y la obra de Bollain, y basado en la autobiografía de Acosta, «No mires atrás», publicada en 2007. Rodada en una Habana hermosa, antes de que el tiempo y la revolución hicieran mella en la carrocería de edificios y coches, y en la que reluce la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. «Yuli» tiene como protagonista al propio bailarín, que dirige la puesta en escena de la propia coreografía de su vida, y se combina con imágenes (recuerdos) de él de niño, su vida de manigua y su relación con un padre obstinado en convertirlo en un gran bailarín, a pesar de su naturaleza díscola y sus escasas ganas. Es la infancia de Yuli la parte más luminosa y «divertida» de la película, gracias especialmente al carisma del actorcito que lo encarna y a su jugosa relación con la familia y con los profesores de la escuela de danza.

Hay muchos buenos momentos de baile y mucho baile de tiempo y lugar para sugerir, a la vez, el aprendizaje y consolidación de Acosta por Europa y sus momentos de crisis por estar lejos de los suyos. Hay más información que recorrido en esa parte adulta de la biografía, avanza poco, pero puede resultar vistosa y entretenida por la inclusión de coreografías que dirige y protagoniza el propio bailarín. Hay pocas referencias, y poco claras, a la situación política y social de Cuba , y en todo caso se refieren a sus dilemas personales o familiares, y hay que suponer que el máximo interés de la película consiste en subrayar la importancia de este hombre dentro del ballet clásico cubano.

Mucho más complicado resultaba encontrarle el interés a la película filipina «Alpha, the right to kill», de Brillante Mendoza , un policiaco templadito sobre agentes, narcos, confidentes…, y no hay gran cosa en ella salvo esa voluntad de estilo de este director, que juega con la cámara como un malabarista con sus bolos y que no te facilita (por el trasiego y racanería de luz) el centrar a los personajes ni a la acción. Da la impresión de que Brillante Mendoza tenía poco que añadir a un asunto que el cine (especialmente el americano) tiene tan pateado como un lateral su banda.

Fuera de competición, en la sección Perlas, se podía ver lo último de Damien Chazelle , el de «Whiplash» y «La La Land», que se pasó en el reciente Festival de Venecia y que se titula «First Man» . Ryan Gosling interpreta a Neil Armstrong , comandante del Apolo XI y el primer hombre en pisar la Luna, y la película nos cuenta todo el entramado durante los años previos hasta ese crucial momento. No está a la altura de su magnífica obra anterior, pero resulta muy curiosa su mirada a lo grande (los sacrificios en tiempo, dinero y vidas) y a lo pequeño, la intimidad de un hombre vacío (qué bien se le da a Gosling traducir la nada), torturado por la muerte de su hija y tan sentimentalmente austero que provoca momentos (la despedida de sus pequeños hijos, por ejemplo) tan deshabitados que no cabe en ellos ni una emoción más. Pero es, sin duda, una película de la que se podría escribir durante las dos siguientes páginas.

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