«Baby», el regreso de Juanma Bajo Ulloa se presenta en Sitges: «No he vuelto porque no me he ido»

«Algunas de las imágenes las he sacado porque me dolían», dice el director vasco, que firma una fábula sobre bebés robados, interpretada solo por mujeres y sin diálogos

Mariló García

Han pasado cinco años desde su último filme , «Rey gitano» (2015), comedia gamberra con la que Juanma Bajo Ulloa se apuntaba de nuevo a los excesos que le dieron su mayor éxito de audiencia, «Airbag» (1997), la película más taquillera del cine español hasta que llegó el Torrente de Santiago Segura . Pero fue otro asunto, el del supuesto intento de venta de uno de sus premios Goya en una casa de empeños de Vitoria –del que no quiere oír ni hablar–, lo último que había trascendido del director vasco, que en 2016 respondió bromista con un vídeo en el que negaba los hechos mientras partía nueces con el cabezón.

Ahora regresa a su otro cine, ese más complejo y dramático, que ha desplegado en «Alas de mariposa» (1991), «La madre muerta» (1993) o «Frágil» (2004), y lo hace con «Baby», otra fábula intimista e inquietante con la que explorar «la esencia de los miedos y pasiones humanas», según el director vasco, que presentó ayer en el Festival de Sitges junto a parte del elenco (Rosie Day, Natalia Tena y Mafalda Carbonell).

Un filme sobre una cruel realidad, la de los bebés robados , cuando una joven madre drogadicta (Day) se arrepiente tras vender a su recién nacido a una enigmática mujer (Harriet Sansom Harris) y emprende «un viaje desde el miedo hasta el amor» para recuperarlo. «Baby es un cuento gótico que se dirige al inconsciente, que habla sobre la diferencia entre usar y amar. Algunas de las imágenes que he rodado creo que estaban en mi subconsciente. Las he sacado porque me dolían», explica. Y añade: «La cultura debe surgir de la visceralidad, de la emoción . El arte actual surge del intelecto, se hace demasiado cine con la cabeza y eso me agrede».

«No me he ido»

Este thriller psicológico, que compite en Sección Oficial , está interpretado solo por mujeres (cuenta también con Charo López) y carece de diálogos, según el director para un espectador que está cansado de la palabra. «Quiero que se perciban las metáforas y los símbolos» gracias a los silencios, al llanto del bebé o a los sonidos de la naturaleza y a esa casa en medio de un bosque en la que acaba la protagonista. «Es fundamental en la historia, una casa fagocitada por la naturaleza , como un ser vivo, hermosa también en su degradación, como la sociedad». En relación a su regreso es tajante: «No he vuelto porque no me he ido . Seguiré con proyectos personales si sigo manteniendo libertad creativa, algo que resulta cada vez más complicado, por no decir imposible en una industria tan conservadora».

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