Anthony Hopkins: «El ego es necesario; sin él, yo no sería actor»

«Transformers: El último caballero» es la quinta entrega de la franquicia dirigida por el especialista en películas repletas de explosiones y acción, Michael Bay, que ya prepara la sexta parte

ABC

MARÍA ESTÉVEZ

El veterano actor Sir Anthony Hopkins regresa a la pantalla con la película «Transformers: The Last Knight» y, según dice, es el filme más espectacular en el que ha participado. A sus 79 años, este artista, que distribuye su tiempo entre la música, la pintura y la interpretación, triunfa también con la serie «Westworld» por la que acaba de ser nominado al Emmy. El protagonista de «El Silencio de los corderos» conversó con ABC en Los Ángeles, donde confesó su receta secreta para cocinar villanos inolvidables.

Es la película más grande en la que he participado. Una serie que nos llevó a Stonehenge, Blenheim Palace y Downing Street. Es algo que nunca se había hecho.

Me encontré con él para desayunar antes de rodar «Transformers», y no necesariamente lo dije para halagarle, sino porque me sorprendió su seguridad, la certeza con la que se enfrenta a su trabajo. Es uno de esos pocos directores con una visión total de la película que quiere hacer, en su mente sabe cómo va a dirigir cada escena. Spielberg es así, y Oliver Stone, y Kenneth Branagh, con quien acabo de rodar «Thor». Son directores que saben lo que el público quiere ver en pantalla.

«Si no tuviera ego no sería actor»

Sí, es cierto. Y yo soy muy afortunado porque sigo trabajando y me siguen ofreciendo películas. En el hombre, el ego juega un papel necesario. Si yo no tuviera ego, no sería actor. El ego es un factor tan poderoso que nos consume. El ego nos convierte en monstruos. En esta industria me he encontrado con jóvenes que se creen dioses. Todo el mundo quiere ser famoso. Algunos sobreviven, otros se vuelven locos. Unos se creen que son la gran mierda cuando en realidad no son nada, simplemente humanos.

No me considero un experto, pero es cierto que alguna vez me he cuestionado por qué siempre acabo asustando a la audiencia. No lo sé. Supongo que es una de mis cualidades (risas). A mi mujer no le doy miedo. Ella me asusta a mí. Mi padre no era un tipo muy saludable, me llevó a ver «Drácula» cuando yo tenía cinco años y, desde entonces, he estado flirteando con el caos. Los alcohólicos y los drogadictos flirtean con la muerte. Todos tenemos un elemento destructivo; ya sea comer demasiado, trabajar demasiado o demasiado sexo, y lo hacemos porque nos excita.

Absolutamente no, creo incluso que soy lo opuesto a ellos. Algo debo tener para que me sigan contratando como el controlador, loco y peligroso (risas).

Me gusta crear personajes que, contra su naturaleza, no se parecen a lo que se espera de ellos. Una vez, Elia Kazan me dijo que para interpretar a un psicópata, lo mejor era dotarlo de tranquilidad.

«Soy lo opuesto a mis personajes»

En la música y en la pintura, sí. De hecho voy a presentar mis cuadros a varias exhibiciones.

No soy un académico preparado, no tengo educación como artista. Pinto libremente lo que siento y mis cuadros se venden. También escribo y compongo música, aunque nunca estudié para ello. Mi trabajo en ese sentido es libre, me gusta compararme a mí mismo con gente como Stravinski.

Trato de evitar pensar en la mala salud, me mantengo activo. Todos los días hago ejercicio e ingiero sólo mil calorías.

No, mi mujer es colombiana y, aunque llevamos muchos años casados, no ha conseguido que aprenda.

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