Anna Castillo, más grande que la vida en 'Girasoles silvestres': «Mi personaje es víctima de una sociedad patriarcal»

La intérprete protagoniza la última película de Jaime Rosales, la historia de una joven madre que busca cómo construir su futuro

Crítica de 'Girasoles silvestres': El chicle en la suela del zapato de una mujer corriente

Anna Castillo, con Oriol Pla, en 'Girasoles silvestres'
Fernando Muñoz

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A Julia, 22 años, la marea le ha arrastrado hasta el presente. No vive en mitad de una tormenta ni su rutina está sacudida por un temporal; su tempestad es su día a día, que diría Chuck Palahniuk por boca de Tyler Durden. Y en ese lento naufragar se deja llevar sin nada a lo que agarrarse salvo a quien se cruza en su vida: en su caso, tres tipos de una normalidad infame, con más vicios que virtudes, a los que ella confía su inercia y la crianza de sus dos hijos. Julia es Anna Castillo , y lo es porque la actriz le vuelca toda su salvaje naturalidad en ‘ Girasoles silvestres ’, donde da forma a uno de los personajes con más aristas y rincones de los filmados por Jaime Rosales, que no son pocos.

Aunque tras su paso por la Sección oficial del festival de San Sebastián parte de la crítica no vio más allá de ‘la masculinidad tóxica’ de los tres personajes que acompañan a Anna Castillo –Oriol Pla, Quim Àvila, Lluís Marqués–, la película se sumerge en asuntos mucho más profundos, que van desde un retrato de clase a una mirada a la generación que se hace adulta sin querer ni saber. Es, de alguna manera, como volver a ‘Hermosa juventud’, aquel retrato de la precariedad juvenil que firmó Rosales en 2014 con Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez chocándose de golpe con la realidad que dejó la crisis de 2008. Dice Jaime Rosales que quería ver si esa generación (en ese momento lo de ‘ni-ni’ estaba de moda) era capaz de formar una familia. De tener herramientas para transitar por la edad adulta. Esa madurez a la que el personaje de Anna Castillo llega a través de unas elipsis que Jaime Rosales parece empeñado en difuminar entre cada nueva pareja, entre cada ruptura.

Un personaje complejo

Rosales, un director que siempre plantea un reto a los actores –apenas les da indicaciones, no les enseña lo filmado...– está cautivado por lo que ha logrado Anna Castillo. «Parece que todo le sale natural, la risa, el llanto, la alegría… Tiene una técnica brutal, y es tan brutal que es invisible. Y aunque es muy pequeñita, llena la pantalla. Es ese tipo de actriz que el espectador la quiere», relata el cineasta, que encuentra su réplica en la respuesta del actriz: «Me hacía ilusión currar con un Jaime porque hace un cine que es muy especial, currar con él ha sido bastante guay. Aunque es verdad que es una persona especial a la hora de dirigir y tiene sus métodos y sus cosas», remata riendo la actriz, a la que se le ha quedado el lenguaje de su protagonista.

Fotograma de 'Girasoles silvestres'

En manos de otro cineasta, el personaje de Anna Castillo, esa Julia que vive en las orillas de Barcelona, hubiera tenido que lidiar con dramas inmensos de los que llenan portadas de periódicos. Pero no. Aquí no hay asesinatos, violaciones, pérdidas irreparables... Hay, claro, dramas por desgracia más o menos corrientes. «Son cosas de la vida que marcan la propia vida de esos personajes, y nos identificamos con ellos porque nos pasan cosas parecidas», dice Rosales. «Hay veces que en la película no pasa nada, pero lo que pasa es importante, es ‘todo’», sentencia. Dicho de otro modo, para deshacer el trabalenguas: « A nosotros nos interesa descifrar el ser humano , el qué nos pasa. Y lo que nos pasa son cosas normales que también son misteriosas».

En ese «qué nos pasa» esconde, quizá, el misterio de su cine y de su vida. «Por eso no la voy a juzgar, solo faltaba », dice Anna Castillo. «Ella no tiene ni la formación ni las herramientas para cambiar su vida. No es que elija mal, es que no conoce que tiene otras opciones», explica. Por eso no entiende que parte de la conversación se centrara en juzgar el camino que toma (que Rosales le escribió en guion) y no tanto la película. «Esto es un retrato de una realidad, y no significa que se defienda la decisión que toma, solo que hay mucha gente que sigue buscando la manera de sobrevivir lo mejor posible. Mi propio personaje es víctima de una sociedad muy patriarcal y machista en la que siendo una madre joven, siente una opresión por no poder crecer. Es un retrato de una realidad concreta que sigue existiendo», sentencia.

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