Crítica de «Los Croods, una nueva era»: La utopía prehistórica y la cultura del progreso

La nueva entrega de la familia prehistórica se estrena este 23 de diciembre

Fotograma de «Los Croods: una nueva era»
Oti Rodríguez Marchante

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Una película que cumple a la perfección su papel de secuela y que recoge todas las cualidades que tenía la anterior, salvo una ya imposible: la sorpresa. Los personajes protagonistas son los mismos y su aventura prosigue en el punto que la dejaron, encontrar ese lugar magnífico, habitable y seguro que es «el mañana». Su carácter de comedia, de animación infantil y de fábula ligera sobre «el progreso» quizá no merezca el esfuerzo de señalar la enorme carga filosófica que implica anudar dos conceptos insolubles como seguridad y mañana, y cómo los Croods los sopesan y nos sugieren que hace unos miles de años el ser humano compartía igual dilema que el de ahora: aferrarse a lo «seguro» (sea el sueldecito, la tribu, el partido, etc.) o arriesgarse detrás de un proyecto o sueño.

Este dilema se concreta en la película de un modo muy gracioso y fácil de ver mediante el encuentro de los Croods con la familia Masmejor, realmente modernos y progres, que evolucionan rápidamente sin moverse del sitio. Es divertidísimo y está lleno de sentido actual el choque entre las dos maneras de ver la vida, y la descripción de los personajillos y su relación con la prosperidad y los avances personales y sociales es un puro espectáculo para la «zona niño» y una ligera reflexión para la «zona adulta». En fin, no se nos ocurre ningún impedimento para que todos lo pasen estupendamente viéndola.

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