Crítica de 'Tres pisos': Nanni Moretti social, vecinal y familiar
Dramas vecinales que se entrecruzan en un edificio en el que viven tres familias y que le permiten al director aguzar su mirada social
Dramas vecinales que se entrecruzan en un edificio en el que viven tres familias y que le permiten al director Nanni Moretti aguzar su mirada social y desplegar una (en él, no habitual) austeridad y concentración en los conflictos sin exceso verbal y piruetas aparatosas. Ni siquiera Moretti recurre en esta ocasión a su particular sentido del humor como paño caliente para consolar a sus desventurados personajes. Un juez atribulado por la causa de su hijo, que atropella a un peatón en una noche de borrachera; una joven madre invadida por la maternidad y por la soledad obsesiva que le produce la ausencia de su marido, y la muy intensa historia de padre ofuscado, niña que 'se pierde' y vecino anciano con demencia senil, con un trasfondo de abuso sexual que la propia historia (que se organiza con intervalos de varios años) se encargará de retorcer con la malicia y el rencor.
Ficha completa
Tres pisos
'Tres pisos' tiene en su interior alma de folletín y abundantes golpes del destino, pero mantiene una temperatura equilibrada y busca algo así como 'justicia objetiva' en la mirada hacia sus personajes y sus comportamientos y malentendidos, y sobre todo consigue que su estructura bien hilvanada en sus elipsis y en el peso coral de sus interpretaciones mantenga la intriga y la emoción dramática. Todos los actores reflejan con seriedad el desconcierto que padecen sus personajes, y los de más 'interior trágico', como los interpretados por Riccardo Scamarcio, Alba Rohrwacher, Margherita Buy o el propio Nanni Moretti están realmente bien. Y aceptan a pie firme Moretti y su película el punto de fricción de la historia con lo 'inadecuado', al ofrecer sobre ese asunto del abuso sexual, la sospecha, el despecho y la denuncia un terreno lo suficientemente embarrado como para resultar polémico.