Crítica de 'Siempre contigo': Cómo afrontar la dependencia de un hijo
Una película que busca y avanza por los caminos más comprensibles, compartibles, y con unas interpretaciones ajustadas y medidas
Un hombre viaja en tren con su hijo autista, ya muy crecido y que se concentra en las imágenes de 'El chico', de Chaplin, que ve en una Tablet… En esta primera escena y en las siguientes se aprecia la relación entre ellos, muy estrecha y dependiente, viven solos y comparten una felicidad de abrazo y comprensión: verlos juntos, afeitándose frente al espejo o preparando la cena, son disparos de buen cine y de una excelente interpretación de sus protagonistas, Shai Avivi y Noam Imber . Y el director, Nir Bergman , tal vez impelido por el timbre de su apellido, explora sin excesivo ruido, con cautela interior, en ese territorio de convivencia, amor y dependencia que los une («Papá, ¿me gusta el amarillo?»).
Ficha completa
El conflicto de esta historia surge sin la necesidad de que haya un villano: la madre, que no vive con ellos, cree que sería conveniente para su hijo acudir a un centro especializado donde 'socializarse' e 'interactuar' con otros jóvenes de su edad y condición, algo que ni el padre ni el hijo están dispuestos a aceptar fácilmente. Bien, esta trama, con evidente material para que la hojarasca melodramática se apoderara de ella, está tratada con gran sensibilidad, sin patadas sentimentaloides en la espinilla del espectador, con enorme pulcritud al extraer los sentimientos puros y verosímiles de ambos, e incluso al escarbar más allá de lo obvio (¿quién necesita más a quién?). Ni siquiera las alusiones a la película de Chaplin, tan cercana a algunas emociones de los personajes, dejan de ser una discreta y sutil reverberación.
Una película que busca y avanza por los caminos más comprensibles, compartibles, y con unas interpretaciones tan ajustadas y medidas que uno llega a preguntarse cuánto tienen de reales.