Crítica de 'El poder del perro': Un wéstern entre lo delicado y lo salvaje
La puesta en escena, la música, la fotografía y las interpretaciones, en especial las de Cumberbatch y Smit-McPhee, son espléndidas y le dan sentido y compleja sensibilidad a esta película del Oeste mirada desde otro sitio
Jane Campion, la directora de 'El piano' , no necesita cambiar de sitio su cámara (está donde siempre) para encontrar en un género tan macho como el wéstern un paisaje absolutamente distinto al de, por poner un caso, Clint Eastwood . Es un Oeste próximo, a principios del siglo XX, y con un acusado conflicto entre lo delicado y lo salvaje que encarnan dos hermanos, propietarios de un enorme rancho, la viuda que se casa con uno de ellos y el hijo de ésta, hipersensible y objeto de los dardos y desprecios de un ambiente tan montaraz y bravucón.
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La complejidad que introduce Campion en su modo de mirar a los personajes y a lo varonil del ambiente hace que el relato adquiera matices de laberinto, siempre en los bordes del drama inminente y la intriga inquietante, con los pulsos de poder, las sugerencias sobre las dobleces de la masculinidad, con la prodigiosa interpretación de Benedict Cumberbatch y su alboroto emocional, con la introducción de un personaje mítico (Bronco Henry), ya muerto, pero que opera en el recuerdo del Rancho como el retrato de la señora De Winter en 'Rebeca'.
Ficha completa
El poder del perro
Los sentimientos, su manifestación o su disimulo, son la esencia de la trama, de las relaciones entre hermanos (que necesitaría un capítulo aparte), entre pareja, entre familia, y todos esos duelos más emocionales que explícitos contienen la misma aspereza y violencia que si fueran a balazos. La excesiva y amanerada interpretación de Kodi Smit-McPhee (el hijo) amenaza con estallar las cuerdas que atan el relato, pero funciona a la perfección para romper el corsé de lo masculino y lo otro, de la dureza del wéstern y de la aún mayor dureza de lo que oculta, como aquellos terrenos vedados de 'Brokeback Mountain'.
La puesta en escena, la música (Jonny Greenwood), la fotografía (Ari Wegner) y las interpretaciones, en especial las de Cumberbatch y Smit-McPhee, son espléndidas y le dan sentido y compleja sensibilidad a este wéstern mirado desde otro sitio.