Crítica de Cartas a Roxane: Escaramuza entre Edmon Rostand y Cyrano
«Los actores están espléndidos, dentro de la obra de Rostand y dentro de la película de Michalik, en su doble función de "persona" y "personaje"»
Ficha completa
Cartas a Roxane
Es una pena que esta maravillosa película no hay tenido un estreno en salas de cine en España y el público tenga que verla en su versión «on line», aunque su grandeza, vistosidad y enormes cualidades narrativas, escénicas y dramáticas consigan superar esta contingencia . Su artefacto argumental es ingenioso y mezcla parte de la biografía de Edmond Rostand con la construcción de su inmortal obra, « Cyrano de Bergerac », de tal modo que se asiste en paralelo a los numerosos contratiempos económicos y creativos del dramaturgo y a la germinación de su Cyrano, a los ensayos y circunstancias antes del estreno.
El director, Alexis Michalik , propone un tono jocoso y atolondrado para dibujar la personalidad de Rostand, y su caza y captura de detalles al azar para ir construyendo la personalidad exuberante del protagonista de su obra, que encarna para el teatro el angustiado actor Constant Coquelin (papel que, para la película, interpreta con magnífica sobreactuación Olivier Gourmet). Funciona con rapidez y gracia el emparedado de teatro dentro del cine, lo que pasa en la vida de Rostand y en las cuitas románticas y existenciales de Cyrano, y son siempre acertadas e irónicas las referencias a la época y a su ambiente libertino y teatral (desde la caricatura de Sarah Bernard a la de Georges Feydeau , el autor de éxito que encarna el propio Alexis Michalik, y al que, tal vez, por ese doble cometido de director y actor, la cámara se le vaya más juguetona y tarambana que la espada y la nariz de Cyrano).
Los actores están espléndidos, dentro de la obra de Rostand y dentro de la película de Michalik, en su doble función de «persona» y «personaje» , y bordan esa confusión entre ambos, entre la vida, que es sueño, y la inspiración, que es azarosa .
