Crítica de 'El agente topo': Espionaje y candor en el asilo

«Hay destellos de humor en lo ficticio y gran sensibilidad en lo dramático y real y, si bien lo ingenioso de la idea se va diluyendo poco a poco, la película crece en lo dramático y lo reflexivo»

Fotograma de 'El agente topo'
Oti Rodríguez Marchante

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Esta película chilena pasa por ser un documental, y en ese apartado es candidata a un Oscar , pero no disimula sus costuras de ficción en el traje de una 'realidad', personajes que simulan, que interpretan en medio de otros que viven la situación social que muestra. La directora, Maite Alberdi , pretende atrapar en su refugio a los residentes de un hogar de ancianos y que de su cámara rezumen ideas, impresiones, sobre la soledad, el abandono y el latido sentimental y cotidiano de la vejez; y en este híbrido entre guion y vida, lo más estimulante, ingenioso y creativo es el artilugio ficticio que la película utiliza para sus propósitos.

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El agente topo

El agente topo

Es el desconcierto de los primeros momentos de la historia lo que le da ímpetu y fortaleza , con un detective contratado por la hija de una residente para investigar si recibe malos tratos, y con el 'casting' que se organiza para encontrar un 'espía' y colarlo en el interior del hogar de ancianos. El elegido, Sergio, es un hombre de 83 años y con ciertas carencias para aplicar la moderna tecnología (gafas que capturan y transmiten imágenes) pero con enormes cualidades para capturar y transmitir las circunstancias y sentimientos de sus compañeros de vejez.

Hay destellos de humor en lo ficticio y gran sensibilidad en lo dramático y real, y si bien lo ingenioso de la idea (ese espionaje tosco pero humano de la tercera edad) se va diluyendo poco a poco, pues rápidamente las soledades y dramas de los residentes pasan al centro de la trama, la película crece en lo dramático y lo reflexivo. Y no es que pierda interés, pero sí se hace más espesa, reiterativa y hasta ligeramente pesada en el ánimo del espectador, quien, por otra parte, no puede evitar ese contacto sentimental con el mundo precario de los ancianos. No hay actores, aunque algunos se comportan como tales, y Sergio Chamy, el anciano espía, podría tener los derechos de autor sobre el verbo conmover.

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