Crítica de 'La vida padre': Los chef catalanes nos roban

Una película a la altura de los actores: rápida, divertida, con algo de corazón y de hambre de público, y lo suficientemente ligera pero sin molestar

Película 'La vida padre'
Oti Rodríguez Marchante

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A Fred Astaire le pones un chaqué y una pareja de baile y ya tienes hecha media película; a John Wayne, un caballo debajo, y otro tanto…, y a Karra Elejalde , con tres detallitos (ser muy, muy vasco, ser padre o suegro y oponerle unos cuantos problemas para que los derribe) se organiza una historia que funciona, seguro, como comedia. Y si a los hilos del guion está Joaquín Oristrell ya se sabe que el verbo 'funcionar' significa aquí risas y algún chiste que otro agudísimo y relleno de malicia. En 'La vida padre', por ejemplo, esa malicia se pude paladear en la monumental broma sobre que los cocineros catalanes roban las recetas a los vascos . Lo dice varias veces el personaje de Karra Elejalde, gran cocinero que desaparece durante treinta años y deja a su familia, mujer, hijos y restaurante, por un incidente digamos monárquico.

El director, Joaquín Mazón , utiliza sin presunción sus buenos ingredientes, guion, actores y puesta en escena, para emplatar una película a la altura de ellos: rápida, divertida, con algo de corazón y de hambre de público , y lo suficientemente ligera pero sin molestar. Naturalmente, Karra Elejalde, igual que su atolondrado personaje, impacta en la pantalla como un meteorito gigante en la Tierra en una peli apocalíptica, y como un elefante desmemoriado en el moderno restaurante de su hijo (¡el pobre Enric Auquer, que ha de estar a un 200 por cien para no ser absorbido por el carisma Elejalde y la frescura Montaner!, y hasta tiene su propia gracia como chef con un talento a lo Ratatouie ).

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La vida padre

La vida padre

Aunque es comedia de las, digamos, previsibles, le añade la especia de lo imprevisible precisamente por la naturaleza del personaje (por completo imposible) y la capacidad del actor, y solo le producirá rechazo si lo siente también por ese tornado que es Karra Elejalde, un actor sin chaqué y sin caballo pero con un impacto para el que aún no se ha encontrado vacuna .

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