Crítica de 'La vida era eso': Nunca es tarde para casi nada

Petra Martínez y Anna Castillo llenan de luz el debut en el largometraje de ficción de David Martín de los Santos

Petra Martínez y Anna Castillo en 'La vida era eso' Lolita Films
Federico Marín Bellón

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Hay películas que entran con buen pie, como algunas personas. Los personajes también pueden conectar a la primera o luchar por una química que no está a la venta. María y Verónica, Petra Martínez y Anna Castillo , se conocen en una habitación de hospital y su aparente incompatibilidad no nos engaña. Se ve que hay futuro en la relación entre ellas y en el trío que ya han empezado a formar con el espectador, sin que ninguno de los tres sea todavía consciente.

David Martín de los Santos debuta con su primer largometraje no documental de la misma manera, con tímida firmeza, y 'La vida era eso' se revela como una buena forma de entrar en las salas de cine y darnos las buenas tardes. Su historia nace de las cuestiones más íntimas y universales, que empiezan con la vida y no terminan con la muerte. Nos habla también de los lazos humanos que, cuando están bien anudados, no se rompen bajo ninguna circunstancia.

La primera escena desconcierta de una manera sutil y efectiva. A partir de ahí, casi nada ocurre según lo esperado. Las sorpresas tampoco necesitan ser subrayadas por el director y guionista, que cuando tiene que viajar de vuelta al sur de España lo hace con la misma actitud, humilde y abierta.

Premios internacionales

La segunda mitad de esta ópera prima es completamente distinta a la primera y a la vez perfectamente compatible, como María y Verónica. Martín de los Santos logra que 'La vida era eso' no se parta por la mitad. No es casualidad que haya recibido premios en plazas tan dispares como las de Liverpool , Sevilla y Marsella , entre otras. Casi parece el viaje triunfal de un equipo puntero de la Champions, cuando salta a la vista la modestia del proyecto. Con o sin dinero, la historia viaja bien, una cualidad nada desdeñable y no tan frecuente.

Por supuesto, para que la idea se sostenga hace falta un reparto que la entienda y sepa transmitir. Petra Martínez ya no es ningún descubrimiento. Es impresionante lo poco que necesita para abrirnos su corazón herido, para descubrir y descubrirnos algunas de las frustraciones, grandes y pequeñas, conscientes e inconscientes, de tantas mujeres de su generación. Tampoco Anna Castillo puede catalogarse como sorpresa, pese a su juventud. La cámara la adora. Ramón Barea y el resto de intérpretes, menos conocidos, acompañan a las protagonistas en su viaje y saben adaptarse a la mirada semidocumental del cineasta, que actúa como si siguiera en busca de la verdad, aunque aquí no trata de explicar unos hechos ya ocurridos, sino que tira del hilo de sus reflexiones y experiencias.

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'La vida era eso'

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