Crítica de «Venganza bajo cero»: Con Liam Neeson, se sirve caliente

Aunque la trama y su desarrollo tienen rincones y pasillos ya muy vistos y recorridos, hay un esfuerzo en el director por darle algo de sustancia al corpachón de Neeson

Liam Neeson en «Venganza bajo cero»
Oti Rodríguez Marchante

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También en esta película su título puede llevar a engaño, pues Liam Neeson ha protagonizado varias sobre un personaje justiciero, exagente especial y con letal facilidad para masacrar mafiosos. Aquí, el personaje es un sencillo conductor de un quitanieves en una pequeña y gélida localidad, y cambia, pues, la naturaleza del hombre (un tipo tranquilo), pero no las circunstancias, pues entra en colisión a lo bestia con dos bandas de narcotraficantes a los que considera los autores de la muerte de su hijo.

Aunque la trama y su desarrollo tienen rincones y pasillos ya muy vistos y recorridos, hay un esfuerzo en el director, Hans Petter Moland (de quien quizá recuerden la oscura y sórdida «Redención: los casos del Departamento Q»), por darle algo de sustancia al corpachón de Neeson, que tiene que hacer un acelerón de Ferrari desde ciudadano ejemplar a fulano con un cuchillo en la boca; y es un acierto el colorido cínico y cochambroso que adquiere el villano que interpreta Tom Bateman, como también lo es que los momentos de violencia entre mafiosos busquen su punto de humor negro, como si dijéramos, a lo Tarantino, aunque con el inconveniente de que se le ve el molde. Lo curioso, lo inexplicable, es que Hans Petter Moland ya había hecho esta misma película hace cinco años con Stellan Skarsgard y Bruno Ganz, y parece que, a la segunda, no la ha mejorado.

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