Crítica de «Un seductor a la francesa»: Un héroe reincidente
La película no llega a molestar demasiado, eludiendo el humor chusco a la que todo la condenaba
Ficha completa
El cine de época -en este caso, la Francia de principios del siglo XIX- ofrece un marco incomparable, versallesco si se quiere, para tramas de sofisticado artificio, diálogos alambicados y relaciones en perpetuo flujo por los juegos de poder en la Corte y en la alcoba… Bueno, pues si están pensando en «Las amistades peligrosas» o en la reciente y muy recomendable «Amor y amistad» , pues no se acerquen a ver esta película que se pone el listón bastante más bajo, empezando por proponer como protagonista a Jean Dujardin. (Si les ha gustado en sus anteriores películas, no me hagan caso: esto de los actores es casi el único punto en donde acepto eso de que la crítica de cine es subjetiva.)
Para compensar, los responsables contraatacan con la presencia de una estupenda Mèlanie Laurent , que ejecuta toda una sinfonía de muda elocuencia solo con las miradas de desaprobación que lanza al impostor «del jardín». Dujardin, en efecto, se hace pasar por un héroe napoleónico para convertirse en okupa de la casa de la gentil Laurent, que es la única que está en el secreto de su poco heroica condición. Tal es el leve y, ya lo he dicho, poco sofisticado enredo que se nos propone. Lo curioso es que la película no llega a molestar demasiado, eludiendo el humor chusco a la que todo la condenaba. Y Dujardin hasta resiste la tentación de hacer de Louis De Funes o de pretender que creamos que el personaje de Laurent puede enamorarse de él.