Crítica de 'The royal game': Zweig, ajedrez y nazis, no siempre en el orden correcto

Gran actuación de Oliver Masucci y brillante puesta en escena para contar el drama de un prisionero que se aferra al juego para no perder la razón

Oliver Masucci, protagonista de 'The Royal Game'
Federico Marín Bellón

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Stefan Zweig retrató el nazismo y sus perversos mecanismos en su 'Novela de ajedrez' , publicada de forma póstuma. La esvástica solo se ve como en una marca de agua. No hace falta más. Lo terrible es que el escritor y su mujer se suicidaron en Petrópolis (Brasil), convencidos de que Hitler se acabaría imponiendo en todo el mundo. Su mutis anticipado y derrotista es más interesante que la mejor historia de ficción, pero dentro de estas, el breve relato sobre un prisionero que aprende a jugar gracias al único libro que esconde en su celda es una de las mejores obras del autor austriaco. 

Existe otra adaptación de 1960, 'Juego de reyes', casi imposible de encontrar, dentro del centenar de títulos inspirados en sus escritos, entre los que destacan 'Carta de una desconocida' y 'El Gran Hotel Budapest'. En 'The Royal Game', Philipp Stölzl no solo acentúa la presencia nazi, sino que le da la vuelta por completo a la estructura del texto. Su osadía se ve respaldada por la actuación de Oliver Masucci , fabuloso hombre atormentado. Lo hemos podido ver en la serie 'Dark' y lo disfrutaremos pronto en el papel de Rainer Werner Fassbinder en la película biográfica 'Enfant Terrible'.

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'The royal game'

La puesta en escena es lujosa y todo el reparto parece idóneo, no solo su protagonista. La película, sin embargo, desaprovecha algunas bazas, al igual que un ajedrecista discreto cuando, incapaz de coordinar todas sus piezas, abusa de mover siempre la dama . Así, el personaje del campeón del mundo, que ya era discutible en el libro, pierde peso de manera dramática. Todo ocurre en la cabeza de B. y se abusa de un recurso fácil de guion: no siempre sabemos si lo que nos enseñan sus ojos ocurre realmente.

Las mejores escenas son suyas, sin embargo, aunque B. pierde misterio en la cinta hasta en otra decisión tan menor como discutible: aquí se llama Josef Bartok y sabemos mucho más de él desde el primer momento. La fase en la que logra robar el manual de ajedrez y se construye de manera artesanal un tablero y unas piezas es brillante, pese a todo.

Fallos perdonados de la novela

Es curioso, porque la novela de Zweig, fabulosa, solo falla en el realismo ajedrecístico , si se permite esta crítica de aficionado. Ni un campeón ignorante es creíble hasta ese punto ni es posible llegar a gran maestro memorizando un único libro. Pero el texto es tan brillante que se le perdona cualquier licencia. En la película el ajedrez aparece poco, paradójicamente, y los errores de base no se replican tal cual, pero el conjunto no es tan satisfactorio.

Las intenciones del director Philipp Stölzl y su guionista, Eldar Grigorian , eran loables: «Desde su final sombrío la novela habla del miedo a la inminente dominación mundial de los nazis. Pero sabemos que resultó diferente y queremos que la audiencia deje la película con esta certeza significativa y alentadora». Su optimismo resulta nocivo para el relato, independientemente de lo que dijera después la Historia.

Más allá del punto de vista y del descuartizamiento que sufre la 'Novela de ajedrez', la película muestra desequilibrios de guion que solo se salvan en parte por la competente dirección y los disfrutables esfuerzos del reparto.

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