Crítica de «Te quiero, imbécil»: Tócala otra vez, Quim
Queda en la pantalla una comedia sin pretensiones, una historia de chico y chicas que transcurre por los cauces de unas aguas navegables y navegadas en multitud de ocasiones
Ficha completa
En la directora Laura Mañá , en su cine, suele haber un envoltorio de tipo «social» que recubre la comedia; hay, por decirlo de algún modo, una «pretensión». En «Te quiero, imbécil» no se ve con nitidez ese envoltorio, de tal modo que queda en la pantalla una comedia sin pretensiones, una historia de chico y chicas que transcurre por los cauces de unas aguas navegables y navegadas en multitud de ocasiones, y en las que cualquier espectador cómodo se sentirá exactamente como pretende.
No hay ningún reproche en ello, pues la directora tiene la virtud de elegir los materiales adecuados para que así sea: un actor como Quim Gutiérrez , que tiene un máster acreditado en el personaje que interpreta (el de joven «pringao» que se desnuda emocionalmente con la gracia y la chispa del sosaina), y una actriz como Natalia Tena, tan lozana y natural que consigue primeros planos aún estando allá a lo lejos.
La coreografía alrededor de ellos, personajes y situaciones, está construida para potenciar las bondades de ambos, y bailotean alrededor de su historia chicos tontos, chicas malas (¡qué potencia, malicia y sugerencia tiene siempre la actriz Patricia Vico!) y situaciones ambiguas y confusas (el youtuber Alterio, ja) que picotean la trama y ofrecen un dibujo hinchado pero bastante reconocible de la vulgaridad y trivialidad con la que se construyen ahora las relaciones sexuales y afectivas. Y quizá sea esa, al fin, la «pretensión» de Laura Mañá en esta película, que volvamos a querer al imbécil que todos y todas llevamos dentro.