Crítica de 'Poker Face': El juego morboso de Russell Crowe

Hay profusión de giros y despistes en la trama, con ingredientes de todo tipo, veneno, balas, enfermedades, corrupciones, mangantes y villanos, pero todo ello a medio cuajar

Russell Crowe en 'Poker Face'
Oti Rodríguez Marchante

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Por algún motivo que no tenemos por qué saber, Russell Crowe llevaba dentro esta historia y se ha arriesgado a darle luz como productor, como guionista, director y protagonista. Lo que se dice todo un proyecto personal, y lo ha resuelto con solvencia en algunos de sus cometidos y ha quedado lejos de conseguirlo en otros. El guion es manifiestamente mejorable, cuyo argumento empieza con velocidad e interés para irse escurriendo hacia las zonas más previsibles del género, que es el thriller aunque mezclado con diversos dramas personales y familiares; la puesta en escena es elegante y algo presuntuosa, mientras que las interpretaciones, incluida la suya, no pasan de funcionales.

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La trama, tras un preámbulo con una pandilla de críos que se supone informativo de lo que veremos después, se va a encerrar a toda velocidad y con coches de lujo en una mansión a las afueras de Sídney, una de esas casas donde todo es muy inteligente salvo los moradores. El personaje central, Jake Foley (Crowe), jugador, multimillonario y coleccionista de arte, lleva allí a sus viejos amigos de infancia para jugar una gran partida de póker. Pero el juego será otro más complejo, o dañino, o perverso, y se ensortija además con sucesos inesperados que llegan del exterior… En fin, una fórmula que Russell Crowe aplica como un matemático y con el goteo amargo del pasado, las cuentas y los arreglos pendientes. Hay profusión de giros y despistes en la trama, con ingredientes de todo tipo, veneno, balas, enfermedades, corrupciones, mangantes y villanos, pero todo ello a medio cuajar.

Puede elogiarse el tratamiento del espacio, pues la cámara explota las virtudes escénicas de ese casoplón y contribuye a que la intriga tenga su efecto en el personal; también explora, dicho sea de paso, las virtudes físicas de Elsa Pataky , que es la crupier de la partida y se hace notar a pesar de lo irrelevante de su personaje en una historia que, por cierto, tiene más apariencia que esencia.

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