Crítica de 'La niña de la comunión': En el buen carril del cine de terror

La intriga, las apariciones bruscas, el trato estresante del fuera de campo, los elementos mosqueantes están organizados con gusto y con tiento para no ahogar el drama, lo social, lo que tiene de desgracia y de suceso sórdido

La pareja protagonista de 'La niña de la comunión'
Oti Rodríguez Marchante

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El director Víctor García (no confundir con Víctor García León, el director de ‘Selfie’) ha cuajado su carrera en los Estados Unidos y la ha enfocado al cine de terror, con varios títulos poco vistos aquí pero que lo han consolidado entre los amantes del género, como ‘Gallows Hill’ o ‘Hellraiser: Revelations’.

Con su manejo de las claves del cine americano, su dominio de los resortes del terror en la pantalla y su buen estilo en los territorios de la secuela y la serie B estrena aquí su película enteramente española, de la producción a los elementos técnicos artísticos, con un guion elaborado junto a Alberto Marini y un reparto joven, sin excesivo roce con los ojos del espectador y encabezado por una estupenda pareja de actrices, Carla Campra y Aina Quiñones, y con la cuña de Marc Soler y Carlos Oviedo, que le pone enorme cantidad de salsa a su salsero personaje.

Ficha completa

La niña de la comunión

La niña de la comunión

El argumento transcurre durante los años ochenta y en un pequeño pueblo lleno de intriga y misterios, un poco al estilo de ‘la niña de la curva’ y con el elemento sobrenatural (digamos, fantasma) que será el que obligue a sufrir a los protagonistas a esmerarse al director de fotografía y a subir el volumen al encargado de la música.

La intriga, las apariciones bruscas, el trato estresante del fuera de campo, los elementos mosqueantes, como muñecas, erupciones en la piel, visiones, pesadillas y sobresaltos muy al rostro están organizados con gusto (dentro de lo que cabe) y con tiento para no ahogar el drama, lo social, lo que tiene de desgracia y de suceso sórdido. Naturalmente, Víctor García se reserva el derecho a la sorpresa, al truco, al toque ‘vintage’ y ochentero, a lo inexplicable e inexplicado, y el caso es que con todo ello construye una película muy de género y muy bien elaborada para el disfrute de quienes gustan de ir al cine y atarse bien el cinturón de seguridad como si subieran a una montaña rusa.

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