Crítica de ‘Nop’: Jordan Peele apunta al cielo con una historia de terror única

El director de ‘Déjame salir’ y ‘Nosotros’ desconcierta con su mirada poderosa, que evoca a los clásicos sin parecerse a ninguno

Imagen de ¡Nop! IMDb
Federico Marín Bellón

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Jordan Peele recuerda a Shyamalan, Spielberg y Lynch, pero no se parece a ninguno de ellos. Para empezar, su sentido del humor es más negro y marcado, sin caer en una vía de escape tan socorrida como la autoparodia. En unos tiempos en los que sobran copias y homenajes, merece la pena destacar a un autor distinto, con estilo propio, mirada poderosa y un talento tan especial como el que exhibe el director y guionista de ‘Déjame salir’ y ‘Nosotros’.

Pasemos por alto que, en lugar de poner un título ‘normal’ o mantener el original, se haya traducido ‘Nope’ como ‘Nop’ . El neoyorquino, amante de la fusión entre humor y terror, añade sus propias dosis de desconcierto con otra historia difícil de clasificar y de asimilar. A priori, parece imposible que seduzca a las masas, aunque el estreno de la película en Estados Unidos parezca refutar esta afirmación.

Los habitantes de un solitario barranco de California se enfrentan a un descubrimiento escalofriante, dice la sinopsis oficial. Podemos adelantar que estamos mucho más cerca de los gritos que de las risas, pero esto tampoco basta para adivinar el argumento y menos aún el tono de la cinta de Peele.

Con Daniel Kaluuya de nuevo como protagonista, ‘Nop’ nos va sumergiendo en una trama de ovnis que no se asemeja ni a sí misma. Peele aumenta de forma gradual la tensión, implacable, perfecto conocedor de los recursos que le ofrece su arte. Al mismo tiempo, parece un caballo en una prueba de obstáculos. Mejor aún, un caballo montado por un mono, dos animales que tienen su importancia en una historia cuya trayectoria no es lineal, lo que aumenta su impredecibilidad.

El resultado es fascinante, aunque conviene apuntar que para muchos espectadores será una experiencia frustrante. Si todo el cine es personal, incluso la filmografía de Manolo Escobar, ‘Nop’ va un paso más allá. O se entra en la fiesta o la puerta es tan gruesa que cuesta escuchar la música al otro lado. La belleza de las imágenes –repasen la filmografía de Hoyte Van Hoytema– no es una demostración vacía de talento, pese a que descifrarlas pueda llegar a ser un ejercicio complejo.

Tampoco la cuestión racial, insoslayable en el cine del cineasta, supone una distracción respecto a la historia. Si hay mensaje, uno puede leerlo hasta en las nubes –otro elemento clave en la película, por cierto–, pero la pureza de ‘Nop’ no se ve contaminada por el discurso. Peele no se anda con rodeos –esto no es un juego de palabras–; dice rápido lo que quiere y se concentra en su renovación de los géneros cinematográficos.

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¡Nop!

¡Nop!

Hasta la cinefilia de este gran director es menos obvia de lo que acostumbra a mostrarnos la pantalla. Profundo conocedor del cine y la televisión, ‘Nop’ también ilustra esos mundos sin replicar ni repetir a los clásicos. Eso sí, permanece el amor por la cámara y por el esfuerzo de rodar lo imposible, si es preciso jugándose la vida (la propia y la de los otros) por esa maravillosa locura que suponen el arte, el entretenimiento y el periodismo, o cualquiera de sus combinaciones. ¿Merece la pena? ‘Nop’ podría ser la respuesta.

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