Crítica de 'Hunt. Caza al espía': Duro y borroso thriller coreano
Técnicamente, la película es una maravilla y tiene la ambientación y el tono de lo mejor del thriller, y los personajes están cosidos con bramante del duro y poseen esas dosis de crueldad cercana a lo salvaje
El cine surcoreano es un escaparate variado, y la semana pasada nos enviaba una película como ‘La novelista y su película’, de Hong Sang-soo , de gran hermosura y sencillez, y esta semana nos sorprende con algo complejísimo, de gran espectáculo y una violencia brutal (naturalmente, un brutal antes de que la cosa moderna le cambiara el sentido). Una película de espionaje en la Corea del Sur de 1980, tras el asesinato del presidente Park Chung-hee , con los cables de alta tensión con sus vecinos del norte y con un jaleo social y argumental que le obligará al espectador a achinar los ojos.
Ficha completa
Hunt. Caza al espía
El director es Lee Jung-jae , actor estrella y que hace su primer largometraje; también es el protagonista junto a Jung Woo-sung, e interpretan a los dos agentes al mando de la seguridad del Estado. Se da la circunstancia de que ambos actores son clavados, dos gotas de agua y cuesta un doblón de oro distinguirlos en la enredada acción y entre tanto giro, traiciones, sospechas e investigaciones. Y en el lío de ellos se queda también liada la trama.
Técnicamente, la película es una maravilla y tiene la ambientación y el tono de lo mejor del thriller, y los personajes están cosidos con bramante del duro y poseen esas dosis de crueldad cercana a lo salvaje, lo que le procura a la pantalla muchas escenas que uno prefiere ver con los ojos cerrados. Tan fuerte e impresionante es la trama y sus revueltas que apenas se echa en falta enterarse de algo; hay una evidente debilidad en la construcción del guion, en la combinación de los hilos narrativos y en la ‘creatividad’ del montaje, pero la fortaleza de la historia y la franqueza y brutalidad de sus imágenes mantienen la película hirviendo. En claro se saca que la relación entre las dos Coreas, la de sus servicios de seguridad y espionaje y la cantidad de infiltrados, descontentos y ‘patriotas’ convierten a esa esquina del mundo en una lija del 7.
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