Crítica de 'La guerra del mañana': Viaje desesperado en el tiempo

Chris Pratt produce y protagoniza esta superproducción, en la que la peor batalla de la historia se libra en el salón de casa

Chris Pratt, un blanco difícil en 'La guerra del mañana' Amazon Prime Video
Federico Marín Bellón

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Viajar en el tiempo es posible, aunque el mecanismo es una chapuza y no se puede elegir ni fecha. 'La guerra del mañana' parte de esa premisa y tiene la habilidad de dar las explicaciones justas para que todo el mundo entienda, sin permitir a los listillos de la clase encontrar paradojas y agujeros, de guion o de gusano. Es una de sus virtudes: conectar con el público, atraparlo con una historia trepidante y no hacer pensar demasiado al personal, el mayor pecado y a la vez una de las cualidades más interesantes del cine de Christopher Nolan .

Pese a sus casi dos horas y media, el conflicto de esta guerra mundial definitiva y sin tiempos muertos se desata en los primeros minutos. Varios viajeros del tiempo aparecen de repente, un poco a lo David Copperfield , y explican al asombrado planeta que vienen del año 2051 , malos tiempos en los que unos alienígenas enrabietados están a punto de acabar con la humanidad. Según los emisarios, la única esperanza para evitar el Apocalipsis es reclutar a los pardillos del presente y enviarlos a ese futuro criminal, a ver si suena la flauta. El debate mundial, las sutilezas políticas y el dilema moral se diluyen en un pispás, pero en cuanto sabemos que a Chris Pratt le toca hacer la mili por segunda vez, respiramos tranquilos. Ojo, que lo mismo ocurrió con Fernando Simón ...

Lo bueno es que esto es ficción y de la que demanda palomitas, por lo que no es difícil comprar el punto de partida ni dejarse embargar por la curiosidad. Eso es una superproducción que, aunque se estrene en pantalla pequeña, o mediana, a través de Amazon Prime Video , fue concebida para llenar los cines como si de verdad no hubiera un mañana. El guion de Zach Dean , un tipo raro y de filmografía aún escasa, tiene la rara habilidad de avanzar sin descanso sin pisar demasiados clichés. La cosa funciona sobre todo en los primeros dos tercios y supera incluso el momento siempre delicado de mostrar por primera vez al bicho, que en este caso son muchos y con una mala leche difícil de encontrar fuera de Twitter.

La credibilidad se derrumba en la prórroga, con un atajo discutible para cerrar la historia y sobre todo en el cuerpo a cuerpo final. El relajo se percibe hasta en el aumento del goteo de frases que rozan la comedia, no siempre voluntaria. Pese a todo, cuando se pasa la anestesia ya han empezado a desfilar los largos títulos de crédito, en una cinta en la que nos creeríamos la aparición de un millón de técnicos.

El director de la película es Chris McKay , otro tipo singular y de limitado currículum al que han dejado rodar con personas de verdad después de demostrar sus habilidades con las dos 'legopelículas' de Batman y la serie 'Robot Chicken' . Es significativo, para bien y para mal.

En el reparto hay muchas más tablas, con mayor abundancia de estrellas enanas que de rojas gigantes. Junto a Pratt , también productor, sobresalen el infalible J. K. Simmons , que hace creíble incluso este papel, y la australiana Yvonne Strahovski . En su habilidad para simplificar, 'La guerra del mañana' resume la tercera guerra mundial en un conflicto de familia, perfecto para contemplar desde el sofá.

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