Crítica de «Gloria Mundi»: Marsella en temporada baja

Lo mejor de la película lo aporta la «compañía estable» del cineasta: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan llevan casi cuarenta años colaborando con Guédiguian

Federico Marín Bellón

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Un «mal» Guédiguian ya es mucho. El director francés mantiene sus señas de identidad en el retrato de una familia marsellesa que celebra un nacimiento. Gloria llega al «mundi» y a la película con unas imágenes preciosas , que no anuncian la suciedad que vendrá después, apenas aliviada por un par de actos de nobleza.

Lo mejor de «Gloria mundi» lo aporta la «compañía estable» del cineasta: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan llevan casi cuarenta años colaborando con Guédiguian. Puede que «Marius y Jeannette» sea su obra cumbre, pero en general los cuatro se bastan para encender la chispa de la veracidad y el buen cine.

Como le pasa a Woody Allen, que en sus «peores» momentos no pierde a los incondicionales , Guédiguian mantiene sus esencias y virtudes, siempre en defensa de la clase trabajadora. Simplemente, la historia no convence tanto como otras. Su error no es , como se le suele criticar, el adoctrinamiento . Al igual que Ken Loach, Guédiguian morirá fiel a sus ideales y sería peor que los cambiara. Dispare desde donde dispare, solo necesita acertar el tiro.

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