Crítica de Corporate: Ejecutivos agresivos
¿Qué pasa cuando es la propia empresa la que tolera o fomenta un ambiente hostil?
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Es un lugar común decir, siempre según le haya ido a uno, que el entorno laboral puede sacar lo peor de las personas: tener todos los días delante a los mismos conducirá a disputas de territorio por un ascenso, o por un cenicero (ejemplo obsoleto).
Pero, ¿qué pasa cuando es la propia empresa la que tolera o fomenta un ambiente hostil? Es lo que plantea esta película francesa sobre una empresa multinacional cuyo departamento de recursos humanos sigue una política que sólo cabe calificar de acoso.
Por supuesto, llega en momento en que esto tiene «efectos colaterales» y la subsiguiente toma de conciencia del tiburón que empatiza con su víctima. En otros casos prevalece lo que podríamos llamar «razón de empresa», como el ejecutivo agresivo que encarna Lambert Wilson con la misma cara (la que tiene) con que le vimos haciendo de Cousteau. Menos mal que el centro de gravedad moral lo lleva Céline Sallete, la protagonista, que tiene desde luego más recursos humanos que su tiburón en jefe. Pero vean, si el tema les interesa las obras mayores, mayores que esta, de Cantet («Recursos humanos») o Mamet («Glengarry Glen Ross»).