La cámara de Claire: Gentil melancolía
Huppert parece encantada de hacer algo poco intenso, para variar: da gusto verla improvisar en una lengua que no es la suya
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El coreano Hong Sang-soo nos tiene encandilados aunque está tan sobrado que rueda tres películas al año. Esta la hizo en cinco o seis días en Cannes ‘16, aprovechando que Isabelle Huppert había ido a promocionar «Elle» y que tenía a mano a su musa/amante Kim Min-hee. Huppert parece encantada de hacer algo poco intenso, para variar: da gusto verla improvisar en una lengua que no es la suya (el inglés, no el coreano, aunque es capaz) y aguantar plano sin tener nada especial que hacer. Su papel es casi metanarrativo, soltar un par de frases profundas mientras hace fotos: «camera obscura» vs. cámara (de) Clara, ¿lo pillan?... aunque el título puede ser también una cita a «La rodilla de Claire», dado que los críticos europeos tendemos a comparar a Hong con Rohmer.
Huppert lo que hace es fluir como un líquido revelador para que los tres personajes coreanos se revelen, literalmente, con la misma ligereza con la que ella les saca sus polaroids. So San-woo, el protagonista, suena igual que Hong, el autor, y tiene una pareja «legítima» (Chang Mihee borda el papel más ingrato de la función) y una amante nueva, como Hong, el de verdad. Y además es la misma: la simpar Kim Min-hee que en la película se llama… Man-hee, y es una de las actrices más fotogénicas (en el sentido de Epstein y Delluc, esto no va de piropeo, señor juez) del cine moderno. Sirva este juego de espejos y «dobles» para entender el atractivo del cine de Hong, su engañosa simplicidad no debe enmascarar su sabio artificio narrativo, su gentil melancolía.