Crítica de «Nuestras derrotas»: Memoria de la revolución
Esta película es el registro de un experimento con los alumnos de un instituto francés: una especie de taller que cualquier profesor podría replicar en clase, en donde un grupo variopinto (léase multicultural) se somete a una doble prueba
Ficha completa
Jean Gabriel Pèriot, autor de alguna espectacular pieza de video-arte, se ha pasado al cine con buena fortuna por ahora. Esta película es el registro de un experimento con los alumnos de un instituto francés: una especie de taller que cualquier profesor podría replicar en clase, en donde un grupo variopinto (léase multicultural) se somete a una doble prueba. Por un lado, reescenifican fragmentos de películas surgidas alrededor de lo que podríamos llamar «el mayo del 68»: obras del Godard chino», de Chris Marker, películas sindicales militantes…
Por otro lado, responden a preguntas como, ¿qué es el comunismo? ¿O la política? ¿O un sindicato? Las respuestas no son peores que las que darían algunos/muchos políticos, con la ventaja de que son sinceras. Y se extraen algunas conclusiones. Cada respuesta es concreta y personal (es decir, sin mayor interés) y al mismo tiempo sintomática de los cambios que se han producido en la mentalidad de los jóvenes franceses, aunque no costaría extrapolarlo a otros ámbitos. El título de la película alude quizá a la idea de una revuelta perdida: los chicos no saben para qué sirve un sindicato o qué cosa sea la clase obrera y, desde luego, no se muestran partidarios de hacer la revolución.
