PAN Y CIRCO

Sueño porque quiero

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Cada vez que hay un Mundial o una Eurocopa siempre ocurre lo mismo con la selección española. Antes del primer partido, queremos llegar a la final y ganarla. Como si sólo jugasen los nuestros. Después del estreno, según el comportamiento de los chicos, seguimos con intenciones de alcanzar la final y traer la Copa para España. Si la actuación ha sido negativa, ya estamos acostumbrados y no pasa nada. Pues entonces, ¿cuál es el problema? El aficionado de a pie tiene, o tenemos derecho a ilusionarnos, aunque seguramente derramaremos lágrimas más pronto que tarde. Pero, con sinceridad, no me importa. Hay que contar con que ahora empieza lo interesante y en un solo encuentro puede pasar de todo. El problema es que suele faltarnos esa pizca de suerte que diferencia a los grandes. Tal vez, esta vez, los penaltis sonrían a Luis Aragonés, a quien por fin se le ve amable, afable y cordial..¿lo que hacen las victorias! Muchos piensan que la cuestión radica en que no se sienten los colores del combinado nacional tanto como la camiseta para el que uno suda durante toda la temporada. Puede ser....pero eso se solucionaría con un buen relaciones públicas como seleccionador, además de buen entrenador, claro. Y no me refiero a llevarse bien con la prensa, sino a tener un discurso que una a la gente, que la motive, que la estimule a ponerse frente al televisor y animar al España Club de Fútbol como el que más. El ejemplo más claro lo tenemos muy cerca, en nuestros vecinos, los portugueses. Desde la llegada de Scolari, este país ha recuperado las ganas de ver a los suyos en lo más alto del podium. Desde el subcampeonato en su Eurocopa, los lusos viven los partidos de una manera muy especial e intensa. Es impresionante ver cómo han engalanado Portugal entera para animar desde la distancia. Todo gracias a Scolari. ¿Será posible vivir eso alguna vez en España? Tal vez, esta vez.