A LA SIERRA. Desde esta vía se accedía por carretera a la localidad vecina de Arcos.
Jerez

Camino de los Pueblos Blancos en los 'amarillos'

Entre 1935 y 1979 se rotuló con el nombre de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, en honor del explorador jerezano

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Si la semana pasada contábamos que la calle Medina era el ramal que conducía a esta localidad serrana, la de hoy, calle Arcos, también tiene su denominación en la vía que llevaba al municipio donde comienza la conocida Ruta de los Pueblos Blancos.

Calle Arcos ha sido siempre una corredera netamente comercial. Parte del propio centro de la ciudad, a escasos metros de la plaza Arenal y sale de la confluencia con Santa María, Honda y Medina. Rodeada por los barrios de San Pedro y La Albarizuela. Escoltada por Doctrina, Morenos, Gaspar Fernández, Honsario y Don Juan -a la derecha-, y Fontana, Prieta, Ávila, Matadero e Ingeniero Antonio Gallegos -a la izquierda-.

Con este nombre ya se cita en las actas capitulares de 1535. Como la mayoría de las vías jerezanas, mantuvo otro apelativo hasta la llegada de la democracia. En 1979 se volvió a rotular con esta denominación, pero desde 1935 hasta dicha fecha se llamó Alvar Núñez Cabeza de Vaca, en recuerdo del conquistador y explorador jerezano, de quien dicen fue el primer hombre blanco que penetró hasta el corazón de América tras su descubrimiento. Sin embargo, es la calle Ancha la que acoge un portentoso monumento en honor de este ilustre jerezano.

Hasta hace unos años, mantuvo uno de los viales del antiguo ferrocarril de carga. Una especie de circuito circular que conectaba las bodegas del Marco -en calle Arcos se encontraban Harveys, Marqués del Mérito y la bodega de La Riba-, que servía para recoger la botas y el vino y que finalizaba en una estación de pequeña velocidad junto a la estación central, desde la cual el embalaje viajaba al interior del país o a otras ciudades del Marco de Jerez, como El Puerto o Sanlúcar de Barrameda.

Entre tantos comercios, hacemos primera parada en la Mercería Caireles. María Dolores Benítez González nos atiende tras el mostrador en el que trabaja desde hace más de una década.

María Dolores asegura que es una «calle muy animada y con mucho movimiento». A pesar de ello, asevera que su negocio «ha bajado en los últimos años, ya que la gente cose muy poco. La ropa es cada día más barata y por eso no se vende tanto, en vez de arreglarla se tira y ya está».

«Esta es una calle con muchos comercios y una calle de paso desde el centro, por eso viene mucho público. Además está muy cerca de varios barrios históricos y de gente muy agradable», añade María Dolores.

Más crítico se muestra José María López Mesa. Propietario de la copistería frente al kiosco de prensa de Rafael. José María, que lleva al frente de su negocio catorce años, asegura que la «calle es muy comercial, pero cada día va a peor» por la falta de aparcamiento y porque durante los horarios de carga y descarga de material impide un tráfico fluido.

«La Policía se pasa días vigilando desde la esquina y en cuanto alguien aparca de una forma poco usual ya están avisando a la grúa. Ha habido verdaderas masacres en este aspecto. Hace días que tuvimos que avisar que la zona azul ocupaba la parada del autobús y eso no es así. Después de muchas llamadas vinieron el otro día a arreglarlo. Cada día se pierde más comercio».

Es sin duda la falta de aparcamientos lo que más está afectando a la futura vida comercial de esta calle, aunque el tráfico rodado en horas puntas es intenso.

José Gil Jiménez lleva treinta años en Arcos Decoración, su tienda, aunque anteriormente se llamaba Sánchez Gomar, por lo que la historia se remonta tiempo atrás. Dice que «es una calle que siempre ha ido bien, aunque ahora todo va a peor. No hay aparcamientos y las obras del centro de la ciudad ha impedido el paso de mucho público».

A pesar de esta denuncia, asegura José que «a nuestra tienda no sólo viene público de Jerez. Ha venido público a buscar material desde la sierra y la costa, clientes fieles de todos sitios».

En esta calle se encontraba la posada El Matadero, así como la Casa de Socorro en el número diez. El bar de Juan Benicio, que abría a las cuatro de la mañana para que los barrenderos se tomaran su primer café y copita del día.

En Casa Hogar-Tele Arcos se encuentra Francisco Prieto Muñoz. Cuarenta años le avalan, y recuerda al menos tres riadas en la ciudad muy parecidas a la ocurrida la pasada semana.

Cuenta que durante años la calle Arcos «ha sido una calle de primera línea. Aquí estaba la parada para coger los amarillos que llevaban a la gente a la sierra. Justo al final de la calle».

Asevera Francisco, que «en muchos años no se ha arreglado nada, -intercambia opinión con su empleada sobre la necesidad de hacer obras en la calle-. No hay solería y es bastante deprimente. Desde la cárcel hasta el circuito la avenida está perfectamente, pero esta zona no ha sido arreglada en años y es una de las más importantes de la ciudad».

En esta calle fue famosa La Moderna de la calle Arcos, y el restaurante El Colmado, esquina con Honda, que hoy ocupa una famosa zapatería. Lástima que en nuestro recorrido de ayer la freiduría gallega se encontraba cerrada por vacaciones. Qué harán los cientos de personas que moran en los hostales de esta céntrica calle sin su pescaito frito. Dónde estará el señor Cabaleiro.

Es una de las calles con más sabor cofradiero. En ella se rinde culto a la imágenes del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas y Nuestra Señora de la Paz en su Mayor Aflicción en la coqueta capilla de Los Desemparados. Qué Domingo de Ramos tan espectacular vía abajo en la recogida de la hermandad.

Para continuar con el periplo, un refrigerio en la panadería Horno de Leña. Nos cuenta su responsable, Jessica García Jiménez, que los clientes le comentan de vez en cuando que el negocio lleva abierto más de cincuenta años. «No sólo son los vecinos de la calle, viene gente a comprar el pan desde Los Naranjos. Todos dicen que tenemos el mejor pan de la ciudad. Hay gente muy mayor, pero es encantadora y fenomenal».

Bodegas Lustau se mudó a esta calle desde el flamenco barrio de Santiago hace unos cinco años, aunque el casco bodeguero data de 1862, abierta por el señor D. José Ruiz-Berdejo y Veyán. Y Harveys, junto a la avenida de La Paz, contiene un precioso jardín escénico y mantiene intacta la antigua chimenea de la bodega y la principal entrada de la misma.

Casa Paco o el bar Bolilla son dos propuestas hosteleras en las que se puede acceder a viejas historias sobre la crónica reciente de esta jerezana calle con sabor serrano.

Uno de los comercios actuales es la tienda de guitarras flamencas Valeriano Bernal. Abrió hace un año y medio y por allí pasan a diario artistas de la talla de Diego Carrasco o Moraíto para comprar desde accesorios hasta una guitarra artesanal fabricada a mano. Como marcarse unas notas antes de tomar una decisión final al respecto.

No podíamos abandonar la calle Arcos sin saber qué opina de la calle su vecino más antiguo. Rafael Ramírez Parra. A pesar de estar en una segunda actividad, pasea a diario por esta calle en la que lleva más de sesenta años desde que adquiriera un puesto de chucherías por mil pesetas. Desde entonces montó su propio kiosko de prensa y posteriormente una vinacoteca «con el fin de estar a gusto y escondido, y para los amigos, que son muchos y todos vienen de vez en cuando a tomarse una copa de vino», asegura este industrialista y jerezano de pro.