REGIO. La princesa Doña Letizia no se separa de su abanico.
Sociedad

Que corra el aire

Vino de Oriente con Marco Polo, pero ha sido en España donde el abanico se ha convertido en el rey del verano

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Gaultier tras su viaje a España en 1840 cuenta que las españolas dominaban este arte abriéndolo suavemente o cerrándolo con gran estrépito, pero el abanico no es de Sevilla, ni es español, ni siquiera es folklórico. Hay gran confusión con este utensilio que realmente nació como la forma mas primitiva de refrescarse.

Una charla con Maruja Merino de Cáceres, conservadora de abanicos del Museo de Artes Decorativas de Madrid, aclara muchas dudas para todo aquel que sienta curiosidad por los abanicos. Merino es una de las autoridades en esta materia, lleva mas de 15 años estudiando el abanico español, paseándose por archivos y almacenes de colecciones europeas y en el 2005 fue premiada con el Willcocks Trophy.

«El museo -dice- cuenta con la colección mas heterogénea entre las españolas con mas de 900 ejemplares fabricados entre los siglos XVIII y XX y se trata de una de las mejores colecciones de Europa aunque en numero sea superada por la que tenemos en Patrimonio actualmente exhibida en Aranjuez. En el resto de Europa, estas colecciones están prácticamente abandonadas. Llevo años viajando para estudiarlas y se encuentran arrinconadas en sótanos y almacenes».

El abanico vino de Oriente con Marco Polo, como todo lo lujoso, y llega a Portugal junto a las porcelanas, las especias o la seda, y rápidamente se extendió por Europa en una moda imparable llegando a convertirse en Francia en un objeto imprescindible. Se cuenta que sólo alrededor de París había mas de 1.000 aldeas dedicadas a la fabricación de abanicos y esto duró hasta la Revolución.

Con las modas afrancesadas se introdujo con fuerza en España y los mejores artesanos franceses se instalaron en Valencia donde hasta hoy se sigue fabricando, aunque ya de forma industrial.

Pero en el siglo XVIII, que fue el siglo del abanico, existía un abanico para cada ocasión. Había abanicos de misa, de luto, de novia, abanicos de ópera, de teatro, de tertulia, de toros, Los primeros souvenirs que existieron fueron los abanicos que se hacían en Nápoles para el Grand Tour, un viaje destinado a completar la formación cultural de los chicos de familias bien inglesas, que siempre finalizaba en Nápoles y Pompeya.

En los isabelinos el refinamiento llegó a extremos increíbles. Tenían todo lo que una mujer puede necesitar como arma de seducción, cuanto mas completos mejor. Algunos contaban con espejo retrovisor situado en las guardas, para no perder detalle desde ningún ángulo, lupas y anteojos para el teatro y la ópera, escondidos en el clavillo o en la argolla, lima de uñas en las varillas, abanicos de cuatro caras, con escenas eróticas ocultas para tener siempre a mano un tema de conversación... en fin, mucho mas refinados que nuestros móviles de última generación.

Pero aquí hay que matizar algunas cosas. Para Merino, el abanico ha existido siempre, cualquier hoja de palma era suficiente para dar aire, lo que sí viene de Oriente, es el abanico plegable aunque se duda entre China y Japón, Cuenta una leyenda que a alguien, observando el vuelo de un murciélago, se le ocurrió que sus alas podrían servir como abanico e inventó uno con este sistema. De ahí salieron todos los demás.

Todo aficionado a los antiguos debe de saber que tienen dos partes: el varillaje y el país. Hay que fijarse en el clavillo, que es un eje de metal sobre el que giran las varillas y normalmente se adorna remachado y labrado o rematado por un vidrio que a veces se monta imitando a las piedras preciosas o va rematado con anillas, mosquetes o borlas. En el varillaje hay que observar varias claves, la fuente es la parte visible de las varillas, las guardas son la primera y la última varilla que lo rematan, la espiga es la parte de la varilla que sujeta el país. Este puede ser de seda, de piel o de papel y suele ir adornado, pintado, litografiado o decorado según las modas con distintos motivos.

Suelen tener doble país y su importancia es que en el revés suelen llevar un detalle que sirve de firma de origen.

En cuanto a los materiales de fa bricación para el varillaje son infinitos, desde los mas lujosos como el nácar, marfil, hueso o el carey, hasta las maderas de todas clases.