Cartas

Dolor por la desacralización

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La próxima desacralización del Oratorio de San Felipe es el acuerdo previsto entre la Junta de Andalucía y el Obispado de Cádiz y Ceuta de cara a la conmemoración del Bicentenario constitucional, aunque manifestaciones reticentes al planteamiento del Obispado están incomodando el inicialmente esperado normal desenvolvimiento de la operación.

Lo que no deja de llamar la atención es que el Obispado se encuentre dolido por la postura adoptada sobre el Oratorio de quienes le deben lealtad. Respecto a este dolor, en clara referencia a escritos publicados en prensa por sacerdotes llamados a obediencia, baste comentar que cuando las humillaciones escuecen tanto es porque subyace un trasfondo de plena ausencia de humildad.

Para ser justo hay que reconocer la escasez de ingresos de la Diócesis para financiar sus necesidades. Baste casar gastos con ingresos. Pero encarar esta penuria con la enajenación de su patrimonio histórico artístico resulta una idea a primera vista fácil, aunque no ajena a polémica, tal como estamos comprobando.

La contraprestación de la Junta de financiar diez nuevos templos en la Diócesis y obras de rehabilitación en al menos dos iglesias más no parece suficiente para justificar el atropello de desacralización del Oratorio, máxime cuando desde el propio Obispado se constata su falta de información sobre este proceso.

En esta controversia se ha querido diferenciar dos grandes grupos. Los sectores más conservadores de la iglesia -detractores de la desacralización- y los más avanzados ideológicamente, proclives a la enajenación del Oratorio. Ciertamente se equivocan. El que escribe estas letras no es conservador, como católico diría que pésimo -y no me avergüenza reconocerlo-, no dado a acudir a misa alguna que pueda llevar tintes de acción de protesta, y mucho menos a incorporar mi rúbrica, oculta entre otras muchas, en un acción de recogida de firmas. Pero lo anterior no impide que pueda exponer claramente mi rechazo a la desacralización de un templo que deseo siga con la finalidad para la que fue construido durante los años 1685 a 1719, aunque se ceda puntualmente para los actos que tendrán lugar el año 2012.

Desearía que el Obispo de Cádiz pensara en el dolor que nos supondrá a muchos gaditanos la desacralización del Oratorio de San Felipe, algo de lo que podrá hacerse idea al sufrir la deslealtad de los que le deben obediencia.

Jerónimo Supervielle y Pérez. Cádiz