LUMINOSA. Con la llegada del mediodía, el sol ilumina prácticamente toda la calle.
Jerez

Cuando la reconquista de Jerez tuvo su precio

Durante el siglo XX, el Cabildo Municipal la nombró Antonio Vico, en recuerdo del afamado actor jerezano

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La calle Algarve data desde la reconquista de la ciudad por Alfonso X el Sabio, cuando el Rey de Castilla recurrió a un grupo de caballeros del sur de Portugal para que le ayudaran a tomar la ciudad en 1264.

En el Archivo Municipal y también cuentan los historiadores de la ciudad, con este nombre ya figura en la actas capitulares del 19 de noviembre de 1533 y en los padrones de Moneda Forera de 1608.

Como premio a la ayuda prestada, el reconquistador repartió entre los caballeros portugueses las fincas existentes en la zona. Fue incluso Algarve de Arlabán, pues era con ese patronímico, el de Arlabán, como se denominaba la escuadra de nobles que participaron en la liberación.

Hoy y siempre, la calle Algarve ha sido comercial y una vía pública y directa que conecta el Mercado de Abastos con otros caminos a los barrios históricos de la zona sur.

Son muchos y reconocidos los comercios y establecimientos que en esta calle han visto pasar los últimos cincuenta años de la historia de Jerez, pero algunos ya han pasado a mejor vida.

Soledad Cortés tiene los cincos sentidos en el mostrado de la tienda de Miguel Anguita, un establecimiento donde lo mismo te compras una camisa que una señorita se lleva unas braguitas. Hay de todo, como en botica.

Con Miguel son unos cuarenta y dos años que permanece abierta al público. Añeja y tradicional, guarda historia de más de medio siglo. Antiguamente la ocupó un refino. «Junto con la calle Doña Blanca es la más comercial de la ciudad», asevera Soledad.

«Antes era una calle más comercial, pero desde que se peatonalizó toda la zona ha bajado un poco. Ya no pasa tanta gente como antes», aclara.

El Pasaje a la plaza del Progreso,Remedios, Huevar y Peral -su entrada la preside un azulejo de la patrona de la ciudad, La Merced-, son otras pequeñas y angostas correderas que la custodian.

Son tantos los establecimientos que abrieron sus puertas a principios del siglo pasado,que sus propietarios han echado el cierre por la jubilación. Caso de la tienda de lencería y otros conceptos conocida como París- Jerez o la Eureka, una tienda de artículos de bazar en la que medio Jerez compró los complementos necesarios para amueblar y dar distinción a su casa. Hoy está abarrotada por mocitos y mocitas en la que se compran sus trapitos de enero a enero; Springfield.

La Zarzamora, es el establecimiento hostelero de la calle en la que muchas personas cumplen con la ceremonia matinal del desayuno. En homenaje a Lola Flores, abrió sus puertas a principios de los años ochenta con el nombre de Big Ben. En su reservado se habla de política, y a buen seguro que muchos pactos se han fraguado en esta sala. Cuantas cosas nos contarían sus paredes si estas hablaran. Por allí es habitual ver a la propia alcaldesa de la ciudad, a María del Mar Moreno, Los Delinqüentes, Antonio El Pipa, Ismael Jordi... y al «niño de Pascual, que viene todos los viernes para dar la lata», comenta Juan Jiménez, uno de los camareros de La Zarzamora que en ese momento se hace cargo de la factura del lechero.

«Los propietarios son los mismos desde que se abrió el bar hace algo más de veinte años, pero hace unos cuantos cambiaron el nombre». Juan asegura «que durante el horario comercial el bar siempre está lleno, pero cuando anochece vamos pensando en cerrar. Al fin y al cabo son trece o catorce horas de trabajo».

Hablando de bares, esquina con calle Peral, existió La Mezquita, que regentaba Rafael. El lugar en el que Paco El Recobero vendía los huevos frescos después de hacer parada y fonda por el mítico Gallo Azul y en el que muchos de nuestros abuelos se paraban a tomarse un café, un chato y echarse unas partiditas de dominó para matar el tiempo libre que te da el haber dejado de ser un currante de sol a sol.

También estaba el Bar Bambú, cuyo propietario era el Parrilla, el gran guitarrista que acompañaba a la ilustre e inolvidable Paquera de Jerez. Y la cafetería Joca, «muy selecta y de cierta categoría» para la época

«Una calle con personajes entrañables que han ido desapareciendo con el paso del tiempo», recuerda Lorenzo Vázquez, propietario de la Joyería Vázquez y a quien se asocian en el quehacer diario su propia familia, entre ellos sus hijos Luis y Lorenzo.

Lorenzo lleva al frente de su negocio más de cuarenta años y ha visto crecer y cambiar la calle en todos estos años. Por ella han pasado miles y miles de personas. Sobre todo parejas de novios y niños desbarbados antes de cumplir con la comunión.

Rememora los años en los que grandes almacenes como Eureka o el Louvre mantenían las puertas abiertas y «daban categoría a la calle».

«Todos sabemos los que hay hoy en día. No es una catástrofe. Cada uno cuenta la feria como le va, pero sigue siendo una de las grandes calles de Jerez», aclara cuando se le pregunta por la situación comercial que vive la calle Algarve en la actualidad.

Muchos bazares y tiendas de complementos -zapaterías, lencería, trajes de baño, tejidos- ocupan hoy espacios que antes dejaron viejos negocios como la papelería de Justo Martínez o la Librería Técnica, en la que encontrar una obra, manual, texto o compendio no era tarea imposible. Así como los archiconocidos rotring, con el que muchos hicieron sus pinitos en el cómic y sobre el papel de cebola pintaban planos y circuitos en La Granja y San Telmo.

En Lanas Stop nos encontramos con Ana María Puerto. Lleva tras el mostrador ocho años, cuando Margarita Anguita, hermana de su vecino Miguel, decidió tomarse la jubilación en esto del comercio. Miles de amas de casa, madres y tatas han entrado en Lanas Stop para comprar el material con el que hacer punto, ganchillo o croché.

Ana María asegura que «la calle está cada día peor».

son las calles que«Esta calle es el centro y parece que no lo es», atestigua una clienta.

Ana María, asiente, y comenta que han «habido muchos cierres de comercios». «Desde que hicieron todas estas calles peatonales la situación va a peor. Como además no hay aparcamientos, la gente se va a los centros comerciales, donde no hay falta de ellos», añade.

En Galerías Porro, cuyo establecimiento ocupa hoy una sucursal de Caja San Fernando, cientos de cofrades compraron los tejidos necesarios para hilar sus túnicas con la que cada Semana Santa viven la Pasión.

En esta calle resiste al paso de el tiempo El Malagueño, una tienda que vende artículos de broma y recuerdos turísticos. El precio de la historia debe valer lo suyo, porque su actual responsable no desea ningún tipo de publicidad.

En 1902, y por acuerdo municipal de 7 de marzo, esta calle se rotuló con el nombre del afamado actor dramático Antonio Vico y duró con él hasta el año 1979, que de nuevo por acuerdo municipal, fue suprimido para retomar el nombre de Algarve. Hoy día se mantiene el rótulo justo en el inmueble en el que nació un 22 de diciembre de 1840, aunque su nombre es ilegible por el óxido.

Cuenta Pepe Cirera en su manuscrito sobre las Calles Jerezanas, que la última vez que Zorrilla le vio actuar en la representación de su Juan Tenorio se superó tanto escénicamente el intérprete que D. José Zorrilla exclamó: «Este no es mi Tenorio, es el suyo». Vico falleció antes de llegar a las costas de Cuba y fue enterrado en Madrid.