ANDALUCÍA

Por la vía de la magia

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EL líder de los populares andaluces, licenciado Javier Arenas, ha llegado a un acuerdo (pastos comunes, le llamaban los antiguos, incluido el santo sacramento del matrimonio) con su homólogo extremeño para hacer frente común a la ya pública y oficial apetencia del presidente andaluz de administrar las aguas del río Guadalquivir. ¿Qué diría de esta interregional alianza de los populares el universal Federico? ¿Qué pensaría el último monarca árabe del Reino de Sevilla, Al Mutamid, quien, por cierto, partió hacia su exilio eterno desde el muelle de la sal, justo enfrente del arrabal de una Triana que suspiraba en árabe y en castellano/andaluz?

Tenemos la impresión, algunos, al menos, de que el licenciado Arenas acaricia políticamente al Guadalquivir con una textura burocrática/doméstica, tal vez como un proyecto de decreto-ley o un ordenamiento del territorio de emergencia desarrollista nada sutil. Y no será porque no se lo haya advertido en más de una ocasión al letrado Arenas.

La política, si quieres el cariño de las masas populares y el reconocimiento de los más leídos, tienes que tratarla como un suceso cultural. Y no, por la sencilla razón que al licenciado se lo comen las prisas. Lo sabe muy la desaparecida y querida Amalia y la ausente y no menos querida Soledad Becerril.

Porque, finalmente, fueron los burócratas y los economistas quienes se apoderaron del poder político en los años de la gloriosa transición política, en detrimento de los poetas, de los músicos, de los periodistas sin faltas de ortografía y de las muchachas con perfiles de musas y voces de arcángeles. ¿Qué podríamos hacer para recuperar tantas y tan cuantiosas pérdidas en lo político? Resignarnos y limitarnos al voto, bien en persona o por correo, es excesivamente cruel para cualquier criatura sensible. Porque es lo achacable al licenciado Arenas.

Que se deje de alianzas políticas menores e intente el convencimiento, más que el acuerdo, por la vía del encantamiento y la magia. Heráclito siempre lo sostuvo: «Grecia perdió su liderazgo cultural universal cuando promulgó el primer decreto-ley de la historia».